Luis Aguilar Solis

AL BORDE DE LA MUERTE Y DESPUÉS...

Te observo antes de ser despojado de mi eternidad, una tortuosa pena me invade, el eco de tus palabras aquella vez, “incluso los dioses le temen a la muerte”, aproveché al máximo mis últimos momentos, te burlaste de mí, mi niña humana; recuerda… recuerda la visión que tuvimos, nuestras almas, esa hermosa y delicada mañana de verano, alrededor de una vuelta en el camino

Luego un desagradable esqueleto en una cama de piedras diseminadas, sus piernas en el aire como una mujer deseosa, como una fuente con sus sollozos rítmicos, la puedo escuchar claramente, fluyendo con un largo sonido murmurante, a la vez toco mi cuerpo en vano, buscando la herida, soy el vampiro de mi propio corazón, uno de los grandes exiliados condenados a la risa eterna, que no puede sonreír más

¿Una fractura en el alma?, que importa ahora, dicen que no estoy en el sitio adecuado, y tú ¿crees que estas en el lugar indicado? Esta vida me esta rechazando, esta realidad, este oxigeno, me esta quemando, acelera mi caída, pero al fin lo conseguí, ser el cuchillo y también ser la herida

Tú serás mi último y más bello pecado, estas tan fuera de lugar por los caprichos del destino,  jamás conoceré tus motivos, la metempsicosis en ti esta por completarse; y yo, soy un caminante al final de su ciclo, ya estoy imaginando el vacío, invadiendo cada parte de mi alma; eso creo, no estoy seguro, y sobre todo… no lo sé; me lastimaste, pero no del todo, no podría estar mejor

Mas todo esto no vale la pena que lo discutamos, ante tus ojos, ante tus verdes ojos, lagos de mi alma tiemblan y se vuelven a la inversa, mis sueños en forma de locura, para desalterar esos remolinos amargos, pero todo eso no es digno del milagro de tus labios, el recuerdo corroe mi alma, la marea y la baja en un remolino sin remordimientos, rodando, desfalleciendo, hacia el inframundo, concluyendo con una última mirada y después el silencio absoluto, la obscuridad total, y luego… solo el vacio…