5o.Reyes

REQUIEM AL SABINAL..

 

Roberto Reyes Cortés.

5º.reyes.

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REQUIEM

-------------AL SABINAL.---------

 

 

De honda cueva taladrada

en la piel de la montaña

 en cuyo cielo hay grabados

un sol y una mano pintada,

brota la poza encantada.

 

 

Por las riveras rocosas

 de lajas blancas resbaladas,

de la cañada boscosa,

 denominada “Cruz Ancha”  

el “Sabinal” fue bajando,

y con arrullo cantando.

 

Cuando su cauce fue creado

por el señor de los montes

le escoltaban los sabinos,

cedros rojos y caobas,

 jobos y capulines,

aguacates, cupapés

matasanos, tamarindos

y hasta el aire era distinto.

 

 

Perfumaban como rosas

los árboles de pomarrosa.

 

 

Esos frutales frondosos

como padres cariñosos

le vieron jugar alegre

con sus aguas cristalinas

bañando  el cañón

de Berriozábal

y la posa enladrillada,

 al Poniente del lugar.

 

 

De él, se contaron mitos,

cien leyendas milenarias,

 y recuerdan los ancianos,

que sus aguas se formaron

de la sangre derramada:

“de una paloma torcaza

y de dos venados muertos”,

que se unieron para siempre

en esta tierra almendrada.

 

 

El río que cantarino

 rodando por los caminos,

bajaba de las montañas,

  del viejo  cauce “huetzá”,

como un torrente bravío,

 se va muriendo de frío.

 

 

Sus calzadas de cemento,

son carreteras del viento

y va muriendo de hastío,

porque ahora, ya no es río.

 

Solo se ve en la distancia

revolando por las nubes

las luces de la ciudad

que se pierden en la bruma

de una impía vecindad.

 

 

En sus riberas floridas,

la sangre roja de zoques,

se regó por los senderos

de  las montañas sagradas

del viejo Mactumatzá

que es el padre de Tuchtlán.

 

 

Tierra ardiente de conejos

y de gente de estatura,

que enseñara su bravura

al haber necesidad.

 

 

Cuando las lluvias aprietan

el hilillo de agua pura

que fuera el río Sabinal,

se desboca de su cauce,

se oscurece y  huele mal.

 

 

 Enfurecido se lanza

en un mar de suciedad

 arrojada por sus venas,

va corriendo sin piedad.

 

Arrasando los sembrados

con sus aguas pestilentes

en torrente indetenible

va inundando la ciudad.

 

Le han embrollado su rumbo,

le destrozaron su cauce,

plazas, universidades,

mercados y hasta hospitales;

sobre de él se construyeron.

 

Atrapado en el concreto

se va muriendo este río,

sus laderas perfumadas

donde los aires volaban,

son solo tierras quemadas

donde no hayas ningún nido.

 

 

Como fue pasando el tiempo,

ese vertiente florido,

que bajara como cirio

de la quietud de los cerros,

por ahora llora triste,

porque la gente que quiere

le ha tratado peor que un perro.

 

 

Nadie cuidó su hermosura,

ni agradeció lo que hacía

cuando cantando venía,

trayendo el agua del cielo.

 

 

Esos sabinos frondosos

se arrasaron sin piedad

y en su lugar han quedado

albañales y desagües

que despiden suciedad

y de aquel hermoso rio,

que alegrara la ciudad,

se ha hecho un canal infecto

de cemento y pedernal. 

 

 

Solo sirvió de pretexto

para que algunos lucraran

con su arena y sus maderas,

en esta tierra caliente

donde nacen primaveras.

 

 

Los mandones de este pueblo

discurseando que tenían

preocupación por la gente,

cuando solo perseguían

el porciento que exigían.

 

 

Se vistieron de “Corderos”

cuando realmente son lobos,

y nos dejarán a su paso

el historial de sus robos.

 

 

Y el Sabinal va mirando,

con una vista cansada,

solo anota en su libreta

que algún día cobrará,

esa deuda sin pagar,

que el amate tiene sombra

y algunos la probarán.

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