borealara

alumnos que no se olvidan

Trabajar en la docencia es algo hermoso y estrezante por el rol de maestro, psicologa, amiga y hasta consejera, se viven muchas cosas, se aprende mucho de los jovenes y se convive.

He trabajado algunos años dando clases, mi primer trabajo fue atender a niños de sexto año de primaria, la mayoria eran hijos de profesinistas, así que me preparaba para dar un mejor desempeño en el aula, recuerdo que tenía niños de 11 años de edad. Mis alumnos eran excelentes y aprendí mucho de ellos. llegue a conocerlos, me platicaban sobre su padres, eran muy comunicativos, entre ellos había una alumna hija de médico cirujano llamada Miozotis que signica flor en lengua otomí, era una niña hermosa y muy inteligente, Jorge un chico travieso y era hijo de un rico hacendado y su mamá le llevaba su desayuno en el inter, algunas veces casi me obligaba a tomar las quesadillas riquisimas que su mamá me mandaba. También recuerdo a Pedro, niño un poco pasado de peso y lento en su aprendizaje, éste chico le tuve que dar clases particulares a domicilio, y resoltó que solo era distraido, su mamá me consentía, era excelente cocinera y llegue a probar sus delicias. Pero el más recordado es José Luis hijo de un carnicero, el típico y el travieso del salón, se daba tiempo para terminar los trabajos y contar sus chistes pícaros y colorados. Al termino de mi contrato fue todo triste, los niños lloraron por mí, les dije que siempre los llevaré en mi corazón, salí con cartas y regalos, aun tengo un oso de peluche blanco que tiene más de 21 años conmigo, algunas cartas. En esa escuela me bautizaron como profesora, luego llegue a dar clases en medio superior, secundaria y preparatoria, donde los jovenes se vuelven más individuales y poco afectivos. La docencia es para crecer y reconocer que los alumnos son una mina de oro  hay que explotar y luego pulir.