El Caballero de la Rima

Ilusión gratinada

¿Qué apariencia he de llevar el día de hoy?

Me he enterado en los salones, que ansían conocerme,

Y la preocupación soslaya mi existencia

Debo ser de la complacencia de todos  este  día.

No hay espacio para culpas.

 

Veo cantidad de ejemplares que rivalizan por acompañarme,

Pero no será uno de los que suele alcanzarme en yerras aventuras,

O al menos eso espero.

Hoy la fusión ha de ser impecable, santa y divina.

 

He ansiado este momento desde aquella oportunidad,

ese instante donde hundí mis primeras raicillas.

Recuerdo como si fuese ahora, la textura cálida y deslumbrante,

húmeda y bien gradada, de la tierra donde yacía.

Creciendo entre hermanos  y familiares

rodeado por un mundo de aromas,

dichosos juntos disfrutábamos de una sana ablución.

Para que luego, cada uno resistiera su destino

cualquiera que le hubiese deferido la naturaleza.

Mientras tanto llenaba mi subsistencia de ilusión aguardando impaciente.

 

Pero como quiera que el tiempo termina por derivar en piadoso,

heme aquí, es esta mi hora, debo  destacar o mi condena será el olvido.

 

Llega el maestro, toma cuidadosamente mis cabos temblorosos.

Comienza a desmembrarme con delicada sapiencia,

así perfecto,  que afable y sádico frenesí me envuelve.

Yacen mis partes por toda la fuente tiernamente humedecida con aceites de finísimas especias.

Espero con dulce atención cuando me sumerjo en los néctares sublimes del bechamel.

Disfruto el caer de una lluvia parmesana que cual invierno nevado cubre toda la superficie,

para ingresar unidos al éxtasis del calor infinito de donde saldremos fusionados.

Eternos amantes que en su unión cambiaron el destino de los elementos.

 

Y a partir de este momento déjome engullir por quienes conformes este tiempo han esperado.

Todos quienes disfrutaron de ver como mi destino era transformarme en brócoli gratinado.   


Autor:

Tomás Enrique Maneiro Quesada

El Caballero de la rima