Insomnioptera

Metáfora del corazón

¡Siempre es lo mismo! ¡Todo el tiempo es lo mismo!

 

Tomas mi corazón (entre tus manos) y le quitas la escarcha… Y ya que está templado lo acaricias, lo abrazas -si estás de buenas- lo besas ...y hasta le hablas "bonito" ...y hasta le haces cosquillas en la panza… Pero entonces… entonces... ya entrado en la labor descontrolada lo estrujas, lo atarantas, lo deformas, juegas a hacer de él lo que te de la gana… como si se tratara de una bola brillante de plastilina de colores (y nada  más)  y al último…. terminas destazándolo, descuartizándolo, tirándolo en la arena desahuciado (y nada menos).

 

Ni siquiera te tomas la molestia de ponerlo en su sitio... o cuando menos devolvermelo ¡No! Lo dejas ahí. Sólo lo botas delante de ti (como si fuera cualquier cosa) y te alejas cantando esa canción como si fuera… lo más normal del mundo…

 

…y aquí no ha pasado nada…

 

Y yo… tengo que recogerlo, ver si  palpita aún,  acomodarle sus piezas (lo mejor posible)  Y todavía me toca consolarlo, o de plano ordenarle que se calle (porque ¡Todo es su culpa!)

 

Yo… tengo que abrirme el pecho, meterme el corazón y tratar de cerrarmelo para después coserlo con aguja reforzada.

 

Y así ando por la vida… con el pecho relleno de costuras y los ojos rojísimos como una credencial… Y todo para qué? Para que luego tengas que venir -con tu cara de ángel- y se ponga a saltar adentro de una como un loco… la verdad que no sé de dónde saca fuerzas…

 

…el pobre…

 

Una palabra tuya, tu solo aroma bastan…

para que yo ya esté sacando la navaja para abrir mis costuras…

 

 

(imagen: Adrian Borda)