joaquin Méndez

¡Ahora! ¡Ahora! aaahh

Siento la seda de tus manos como me acarician

De cómo tu boca saborea la mía y me amas,

El tacto de tus brazos en mi cuello y tus besos y,

Como me vas desnudando poco a poco sin pausa.

 

Mis dedos desabrochan los botones de tu blusa,

Primero uno, luego…otro y otro, y otro, y de pronto…

Tus pujantes y bellos pechos aparecen ante mis ojos

Dios…que hermosura, que perfectos son, como me,

Gustan y me excitan, ¡como los deseo!, ¡me fascinan!.

 

Tú ya me has desnudado, tus manos acarician mi pecho

Tu lengua baja, poco a poco hasta mi ombligo y sigue,

Y sigue bajando peligrosamente, por fin tu boca se

Encuentra con, con, el manjar que tanto deseas,

Lames y lames… de mi boca se escapan gemidos de placer.

Pero eso no evita que mi boca chupe y succione tus,

Apetitosos pezones de frutas maduras y dulces como

El más exquisito néctar en melado en confitura.

 

Estas de rodilla ya mi glande está a tope, en el,

Interior de tu boca, poco a poco vas engullendo todo.

Mi virilidad está como un corcho, la erección es máxima durísima,

Tus labios están rojos como claveles como pétalos de rosa,

 

Te volteo y beso tus hombros, tus espaldas, tu cuello,

Detrás de tus orejas, tú, te revuelves y buscas mi boca

Con un susurro, me dices.  -Acmé tuya, acmé tuya, a hora,

¡Ahora! ¡Ahora! aaahh

Echaste el cuerpo hacías delante y tu sexo queda a merced

De mi pluma, que con muy poco esfuerzo comienza a entrar

En el cálido interior de tu hendidura volcánica, húmedas y lubricada,

Con un suspiro Hondo y profundo de nuestras gargantas.

 

Te dejas caer de rodilla sobre la alfombra gruesa y mullida

Y así estuvimos gozando como dos cachorros que se aman

Por primera vez, en la oscuridad de de la noche plateada.

 

Por la ventana, entraba un rallo de luz, como si la luna quisiera

Participar en aquel acto tan sublime y apasionado que nos

Transportaba al más allá, a otro mundo, a otro planeta, a otra dimensión.

Mis brazos te apretaban con fuerza hacia a mí, tu trasero se movía

De un lado para otro hasta que tuve que párate para poder

Evitar que apareciera mi primer orgasmo, sin esperarte.

Me di la vuelta, para que tú me cabalgaras a horcajas sobre mi pubis

Y pudieras controlar los movimientos que nos llevaran

A lo más alto del infinito donde quisimos quedarnos

Ya para siempre, eternamente, en aquella nube azul plata.

 

Autor, Joaquín Méndez.

©13/10/2012 0:41:06©

    CTRL + Q to Enable/Disable GoPhoto.it