Kabalcanty

DE TIEMPO



DE  TIEMPO

 

 

-I-

 

 

Dejarse llevar

como fragilidad al viento.

Beberse uno,

año a año,

en los sorbos cotidianos.

Sin querer.

Sin poder,

en la impotencia

de la elección.

Andarse escamoteando

en las palabras

y sentirse personal

en el ámbito

que el papel moneda

tenga a bien encasillar.

Escucharse los ayes

tras la espesa cortina

de la prisa,

de la obligación,

del principio.

Aferrarse a tanto

sabiéndose tan poco.

Depositando los sueños

en los recodos

del ocio

                      para sentirse todavía.

Refugiarse

en ocho horas,

haciendo próspera

la panza del aburrimiento.

Quererse mucho

y negarse confeccionándose sayos,

más sayos,

hasta engrosarse tanto

que sería cansado,

desmitificador,

desarroparse,

observarse a la claridad.

 

 

Mientras tanto,

envejecerse y

morirse.

 

 

 

 

                              

-II-

 

 

Como arruga solapada,

                   tímida,

que crece tácita y rugosa,

                   imprevista,

tejiendo laboriosa tela,

                   íntima,

en el reducto de una lágrima,

                   cansina.     (Kabalcanty. 1992)