ALVARO J. MARQUEZ

AMORES DE ESCLAVOS (CapĂ­tulos 12 y 13)

"Razones del odio. Razones del amor". Capítulo 12

Escuchaba el coronel atentamente
lo que Salvius, su guía le decía.
"Sé que está todo confuso en tu mente,
pero quiero que entiendas cada palabra mía".

Al Barón aparte de tenerlo prisionero,
a una hija en su presencia ultrajaron,
Tenía un hermano, un noble caballero
al que de todas sus pertenencias despojaron".

"Juvencio podemos llamar a este hombre,
con familia, unos niños muy bellos,
Macedo y Juvencio, pero lo de menos es el nombre,
importa lo que sucedió con ellos".

"En gran parte, la culpa de que Juvenal fuera inhumano,
la tuvo su padre despiadado, injusto y cruel,
llámalo Romualdo, el que se negó ahora a castigar al hermano,
porque antes preferiría ser castigado él".

Muy sorprendido está el coronel por cada historia.
"Me cuesta creer -dice Sousa- lo que me estás diciendo,
¿por qué no tengo nada de esto en mi memoria?
Son muchas las preguntas que me estoy haciendo".

"Poco a poco -habla Salvius- los recuerdos a ti irán llegando,
entiendo que tengas una mezcla de sentimientos,
pero esto que ahora te estoy explicando
es la razón que desata estos acontecimientos".

"Pero entonces -dice Sousa- esto es un revanchismo,
esta cosas de Dios no las entiendo...
Me dices que fue bueno el mismo
que tanto daño hoy nos está haciendo".

"Entonces -prosigue Sousa- el odio permanece
y está muy latente en cada existencia...
Pero esta forma de hacer las cosas injusta me parece,
si ninguno de su pasado tiene conciencia".

"No es bueno a veces que recordemos lo que fuimos,
porque nos puede afectar de un modo inconveniente:
saber con certeza si tanto bien o mal hicimos
puede alegrar o amargar nuestro presente".

El amor está latente aunque el odio persiste,
cada alma viene a su existencia a jugar otro papel,
a ti te tocó cuidar de esta gente y muy bien lo hiciste,
al Barón también le tocó y ya ves lo que hizo él".


"La quietud del tío Juan". Capítulo 13

"Es decir -dice Sousa- que el que odia luego ama también,
pero puede haber quien odie y siga odiando".
"Es verdad, -responde Salvius- eso depende de cada quién
y veo que ya tú lo estás notando".

"Hay gente aquí en tu casa, servidores tuyos,
que en tiempos pasados mucho daño te hicieron.
Producto de prepotencias, de tontos orgullos
y sin embargo, amor de ti fue lo que recibieron".

"El Barón tiene motivos para su odio, es verdad,
pero tú también los tienes y no hay odio en ti.
Viniste y los trataste con amor, con piedad,
pero el alma del Barón no evolucionó así".

Juvencio fue acompañado por Romualdo hasta la salida,
apuntado por su propia arma, la cual le quitaron.
"Agradezca señor -habla Romualdo- que no le quito la vida,
como ustedes a Juvenal se la apagaron".

A empujones fue Juvencio echado de allí
y llegó humillado a la casa del Barón.
"La misión -dijo- que me dio la cumplí,
aunque fui echado como un perro, patrón".

La indignación se veía en los ojos de Macedo,
"no puede -dijo- esa gentuza hacernos esto,
hay cosas que yo todavía puedo
hacer contra esos negros que detesto".

Pasan 4 días, en la hacienda de Sousa hay tristeza,
Alberto y Doña Luisa casi ni hablan entre ellos,
El tío Juan junto a unos hermanos reza,
en su mirada de mucho dolor hay destellos.

Lloran inconsolables algunos sirvientes,
otros guardan un silencio lapidario...
Ya anochece y se retiran los presentes
porque hay que madrugar para el trabajo diario.

Cuando cae la noche y a su casa se dispone a entrar,
al tío Juan unos hombres lo toman por los brazos,
una lluvia a cántaros que no parecía cesar
no le permitió escuchar sus pasos.

Contrario a los que los hombres esperaban,
el tío Juan no opuso ninguna resistencia,
a un río cerca de la casa lo llevaban
para allí ponerle fin a su existencia.

Su cabeza en el río sumergieron,
les molestaba el silencio del tío Juan y su quietud,
en el otro plano ya con rapidez lo recibieron,
igual que a Juvenal, de ambos fue el valor la virtud.

Dejaron el cuerpo sin vida del tío Juan
y huyeron amparados por la noche y la lluvia incesante,
fue notificado con rapidez el truhán
y sonrió disfrutando como nadie ese instante.

Su esposa cerca de él lo observaba
y se atrevió a preguntarle con cierto miedo.
"Tanto odio que con tu vida acaba
¿hasta dónde te va a llevar Macedo?".

Continúa...