Ayadent Vidal

ARENA

                     

Cuentan o dicen o hablan

que un niño encontró el mar,

su asombro fue tan grande

frente al inmenso estanque

que lo anheló tocar.

 

Una muralla de rocas

asentada en la orilla,

acabó con su alegría.

¡El niño se puso a llorar!

 

El duende de las rocas

cabizbajo y fortachón,

afligido al ver al niño

un hechizo conjuró.

 

Cada lágrima derramada

deshacía la enorme piedra

y como triturada, molida,

se fue formando la arena.