gaston campano

La ojota

En el mueble zapatero,

estaba un precioso guante,

custodiado por un perro

llamado haz papi

bajo su cuerpo de cuero,

escuchaba una ojota

la conversación entre ambos

de sus viajes desde europa.

El guante era de charol

con un brillo muy intenso,

si parecía un sol

en ese armatoste preso.

El perro que no ladraba,

le contaba su paseo.

Desde la CHina he viajado,

para estar acá como leso.

Y que callada la ojota

hacía de si la memoria,

si supieran estos graves,

toda mi pequeña historia.

Cuando yo era una rueda,

recorrí mi país entero

de arica a magallanes,

desde la playa a los cerros,

nunca anduve encerrada

de cartón en una caja

siempre estuve rodando

en mi país de plaza en plaza.

Vi el sol muy intenso

en ese querido norte,

y las estrellas brillantes

en el azul de la noche.

La lluvia me empapó entera,

cuando esperaba la carga,

en el sur de los chilotes.

en la amanecida clara,

mi vida acabó de noche

en esta ciudad de Talca,

sirviendo en un pedazo,

para entibiar a los pobres,

el resto fue a parar

en lo que ustedes me ven,

anduve caminando,

con el campesino en sus pies.

Y aquí estamos parados

de uno en uno los tres.

Ustedes con esa vida divina,

y yo muriendo en los pies.