Alberto Angel Pedro

El divorcio de Lucrecia

¡Qué infeliz y desdichada estás, Lucrecia,

tramitando en el juzgado tu divorcio!,

disolviéndolo al igual que un mal consorcio

…la tristeza en el semblante se te aprecia.

Llena estás de gran zozobra y decepción,

porque todo en esta vida se deprecia,

y a tu afecto, no lo libra hoy la excepción.

 

Tu calvario soportaste con firmeza

y el dolor fue tu más grande patrimonio;

¡todo hiciste por salvar tu matrimonio,

que hoy se lleva aniquilante la tristeza!.

 

Fueron años esperando que la dicha

se asomara con gran júbilo y comparsa.

pero en ellos sólo hallaste la desdicha,

comprobando que tu sueño era una farsa.

 

¿Dónde están esos fantásticos detalles

que aquel hombre te mostrara en otro tiempo,

cuando fuiste en su existencia un puro templo,

cuando loco te besaba por las calles?.

 

¡Oh qué hermosas las primeras diez semanas,

a pesar de que la vida era algo incierta!,

…pero cuando la pobreza abrió la puerta

¡el amor salió veloz por las ventanas!.

 

¡Qué dichosa te mirabas en la iglesia!,

llena entonces de ilusiones y alegrías,

¡sin saber que en el futuro desearías

refugiarte melancólica en la amnesia!.

 

Al principio, bien lo sé, ¡quiso el hombre

deslumbrarte con su amable y fino trato!,

prometiéndote una hacienda de renombre

y obsequiándote un anillo, en verdad caro;

pero luego, ¡como suele hacer el gato!,

descubrió sus uñas largas, con descaro

y un cinismo, ¡que no tiene al punto nombre!

 

Al principio, ¡yo sé bien que fue muy tierno!,

que colmó tu vida entera de apapachos,

¡ese tiempo para ti fue tan eterno!,

a tal punto, que lo evocas sin empachos.

Demostraba estar, sin duda, enamorado

…pero luego se mostró tan enfadado,

¡como suelen en la vida ser los machos,

convirtiendo el paraíso en un infierno!.

 

Al principio, sólo fueron ilusiones,

besos tiernos, endulzados con mil risas;

pero, luego, comenzaron las golpizas, 

los insultos y también las vejaciones.

 

¿Para qué dar más detalles?, ¡Oh, Lucrecia!,

de este asunto que tu espíritu desprecia?

Mas, espero que te alegres, al saber,

que este trago tan amargo ha de beber

cualquier dama, sea de España, China o Grecia.

 

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