Mario Santiago

La soledad

         LA SOLEDAD

 

La soledad nunca tiene prisa.

No le interesa el porvenir,

ni lo que es justo y es sano.

 

Cada segundo que pasa

has de tomarla de la mano

y ayudarla a transcurrir.

 

Es un esfuerzo sosegado,

hasta lavarse la cara

requiere ser dedicado.

Es lenta, pero nunca para.

 

La soledad y yo, serios,

jugamos con tu recuerdo.

Yo voy lanzándolo lejos

y ella lo trae como un perro.

 

La soledad tiene una boca

que susurra cuando no la miro.

No está  ni cuerda ni loca,

sólo me acompaña y yo, respiro.