Hugo Emilio Ocanto

Monólogo: Volvamos a amarnos como antes (Parte uno)

No, solo soy ... usted me dijo que

le sea sincero,¿ no señorita?

Voy a serlo. Soy un amigo.

Vengo de afuera. Es muy importante

para mí, poder verla.

Le estoy muy agradecido

por su atención...

Buenas noches, señora.

¿Cómo está usted?

Se lo he preguntado por delicadeza, señora.

Sé cómo se siente.

¿Cómo...? No, no le voy a preguntar

cómo se encuentra ella.

La estoy viendo.

¿Cuánto tiempo demoró la operación?

Tres horas...

Todo saldrá bien. Tengamos fe.

Señora, discúlpeme, pero

no creo que sea momento para

que me recrimine.

He venido, porque la amistad

y lo que he sentido por su hija,

aún lo siento, aunque a usted le pese.

Ha sido nuestro destino, señora.

Ya ella y yo nos habíamos distanciado.

Hemos sido muy orgullosos,

lo reconozco, ella y yo.

Ninguno de los dos quisimos

ceder. Ella se casó con otro.

Y yo me casé con otra.

Ella se separó de su esposo,

después se divorciaron.

Mi esposa se separó de mí,

después nos divorciamos.

Ahora somos libres.

Claro, usted no está segura

de que ella vuelva a aceptarme.

Tampoco yo lo estoy.

Nuestras vidas han coincidido

en varios aspectos.

De común acuerdo nos amamos,

de común acuerdo nos separamos,

también nos casamos, habiendo

elegido cada uno su pareja.

También ahora los dos

estamos divorciados de nuestros ex.

Ella de su esposo y

yo de mi esposa.

¡Libres!... somos libres, señora.

Sí, yo también la apreciaba

mucho a usted señora.

¿Me lo pregunta en serio?

Entonces también seriamente

le voy a contestar.

A usted la apreciaba...

no, diría más, la quería...

Porque era la madre de mi amor.

Ustedes están solas en la vida.

Ella no ha tenido hijos.

Tampoco yo tuve hijos

con mi esposa.

La felicidad de ella con su yerno,

duró poco tiempo.

La felicidad con mi esposa,

poco tiempo duró.

Coincidencias, señora.

De la vida. Del destino.

Permítame acompañarla

hoy, señora. Tiene usted

el rostro cansado.

Me ofrezco a relevarla.

Vaya y descanse unas horas.

Me quedo yo a cuidarla.

Usted y yo, poco podemos

hacer.Le abrieron el pecho.

Le refaccionaron su corazón.

Le llevará un tiempo estar bien.

Déjeme acompañarlas.

Ustedes están solas,

como yo.

Quisiera  acompañarlas.

Y me gustaría que ustedes

me acompañen a mí.

Nuestro pasado señora, pasó.

Ya está. Ahora tenemos

que vivir el presente.

No pude venir antes de hoy,

porque ella estaba comprometida

con su marido, y yo con mi esposa.

La lógica fué quedarse

cada uno con quien

correspondía. Ella fue fiel

con su esposo, y yo le fui fiel

a mi esposa.

Si nos hubiésemos encontrado

estando ambos casados,

hubiese sido una mutua infidelidad.

Ella no quiso hacerlo y yo tampoco.

Sé, como usted me acaba de decir

que mucho me apreciaba.

También yo a usted.

Sabe que fué así.

Sé que su afecto hacia mí

ha sido recíproco.

Le pido que ahora me deje

cuidarla. También la cuido a usted.

Vaya y descanse. Yo me quedo.

¿Verdad que me deja?

Se lo agradezco, señora.

Sí, vaya nomás. Quédese tranquila.

Hasta luego. Disponga de su tiempo

y descanso. Si quiere demorar más ,

para mí no es molestia. Cuatro horas

de descanso, serán pocas. Quédese 

unas horas más.

Bien, estaré atento, por supuesto.

Vaya tranquila. Hasta luego.

Duerme querida, duerme. 

Descansa. Pobrecita...

Me haces recordar a mi canario.

Encerrado en su jaula.

Durmiendo en la noche oscura.

Estoy a tu lado amor...

Sé que tú me recordabas,

como yo a tí...

Dentro de poco tiempo...

despertarás... y yo, estaré

a tu lado, cuidándote...

velando tu dormir...

Siento dolor por verte así,

pero sé que tu madre

ha rezado por tu salud,

como yo. El Señor nos escuchó,

no lo dudes...

El Señor siempre escucha...

y nos concede...

La gravedad de tu enfermedad,

ya pasó. Has sido operada

y todo resultó bien...

Aguardaré a tu lado, amor...

Seguiré rezando por ti...

           continúa

 Todos los derechos reservados por su autor(Hugo Emilio Ocanto-06/09/2012)