POEMA
Si la distancia es testidga, de ese amor profesado
y aùn nuestro amor en la tumba, nos unira siempre,
si ni la lluvia y la distancia, borrara nuestros pasos,
pedirle una oportunidad a Dios, no sera fàcil.
I
Y debere llegar hacia tì, aun que en silencio
para que no vea nadie, mi sombra ni mi aliento
y calmar la sed, que hay en los dos, como el càliz de la muerte
que a cuestas nos condena, como a diario el alimento.
II
Hay dìas que entre mis sueños, toco tus mejillas
y al acostarnos a descanzar, comentamos nuestra ausencia,
y al saciar nuestras almas, como rio despuès de la tormenta
y al unirnos un poco màs despierto, siniestrado por tu ausencia.
III
No sè, a donde vive el amor, que aunque sufro no lo veo
como espuna entre los ríos, que el oleaje lo mantiene,
o quizás nuestras almas, estan unidas para siempre
y es necesario para dejar de sufrir, uniros nuevamente.
IV
No sabre explicarte cuanto ocupas en mì, aun que estés ausente
como la luz de Dios, aunque no le seamos fieles,
eres la mujer que busco siempre, y estaràs junto a mì, entre el cilencio
es tan fàcil amar, y es tan triste sufrir, amor eternamente.
v
Recuerdo tu petulante voz, aùn recuerdo,
que entre el silencio se unian con la mia,
hace falta que lo nuestro sea profecìa
y se cumpla algùn dìa, uniendo, tu vida con la mia.
VI
Autir: Gamaniel García Quevedo.