Mirando al horizonte,
 sentada frente al mar,
 se fue en barco mi mente
 queriéndote encontrar. 
Mi mente, portadora
 de este amor trepidante,
 hoy de tristeza llora
 por tenerte distante.
Navegando ligero,
 por entre olas rizadas,
 al compás del velero
 susurraba tonadas. 
Cánticos de amoríos,
 de un andar tripulante,
 que en los mares bravíos
 entona el navegante. 
Este amor lastimero,
 en la orilla atrapado,
 se quedó prisionero
 sintiéndose olvidado. 
Mi amor de marinero,
amor de cada instante,
en agua sumergido
se me quedó dormido
y no pudo encontrarte.
Autora:
Amelia Suárez Oquendo.
Amediana
28 de agosto de 2012