Mi poeta, triste y dulce,
sensible honesto.
El jilguero de los versos
el amante en la palabra
provocando en mi pupila la lluvia intensa,
reflejo del fuego de mi alma.
Mi poeta,
evadiendo mis sentidos
explicando en poesía
los más profundos pensamientos.
Ruiseñor de la escritura,
violador del sentimiento,
el único que me hace creer en la incertidumbre,
en el susurro del viento.
Quizás sea la brisa del ambiente
embriagador del pensamiento,
la más potente arma del poeta,
un pensamiento lastimero,
que esconde, pero refleja,
la virginidad de un sentimiento.
Lo que me hace amar a este poeta,
es el valor y razón de sus versos,
cuán hermosa música insonora,
sin ruido ni sonido,
sólo la existencia de un alma noble e inteligente,
tal vez también inocente e insegura,
la que seduce a la poesía.
Mi poeta,
la frialdad transformada
en ira desmedida,
una contradicción extraña,
una virtud, un defecto,
que se reduce al verso.
Mi poeta, cuán lobo solitario,
queriendo ser cazado
con armas tentadoras pero dolorosas,
tan sólo cuando sale su Luna, su luz,
es capaz de resignarse,
pensar mientras aúlla,
y sólo así ser capaz de ser poeta,
mi poeta.