Aristide

Tu Mano

Bueno me gusta este juego, 
sigamos haciendo de cuenta que nuestras manos, 
cada vez que caminamos, 
nunca se han rosado, 
nunca han pactado 
un trato secretamente unilateral, 
que nunca han gustado del calor de tu palma 
en mi mano.

Hagamos de cuenta que ese rose es tan accidental, 
que en la fracción de segundo, 
cuando me das dinero, 
o te doy algún objeto
no se disfruta de ese calor que nos regalamos.

 

Sigamos así,
has de cuenta que no te enteraste de esto,
sigamos con esta trivial espontaneidad,
con la monótona rutina de nuestra genialidad.