Jazmin Victoria

humanidad

Nadie nace sabiendo, pero todos llegan al mundo con la impronta de lo que por naturaleza, es bueno o malo y con la capacidad de dar crítica a cada aspecto de la vida cotidiana. Así, al poco tiempo de nacido, el niño rompe en llanto cuando se siente disgustado, hambriento, o con dolor, dando a entender que a su juicio, esa situación debe cambiar.

Durante los primeros años, el niño explora, percibe y se inicia en el acto más peligroso conocido por el hombre: habla. Comienza sus diálogos de acotado vocabulario, intenta reformar lo que no es agradable a sus sentidos y aquello que augura favorable, lo cubre de dibujos coloridos.

Ya finalizada la infancia, entre revoltosas ideas y alocados impulsos, el ser humano vuelca gran parte de su raciocinio en lo que emerge de si mismo como "moral". Crea su batalla basado en lo que cree bueno y contra lo que cree malo y diría yo, que hasta es de su naturaleza, joven y fuerte, ponerse la armadura idealista y salir a combatir por eso, que sin mas, lo hace ser quien es. Tras años de lucha, sólo desfilan rodeados de admiración y orgullo, quienes presentaron batalla, esos soldaditos florecientes que trazaron en su estandarte la frase "un futuro mejor" y se armaron de valor y coraje difundiendo la verdad, la paz, la tolerancia y la honra para que la tiranía corrupta del engaño, la ingratitud y la desigualdad quede desplazada.

Se hacen hombre sólo un puñado de esos jóvenes, muchos porque han muerto en combate, muchos porque la vida así lo decidió y el grupo predominante, porque fue cobarde y quedó inmerso en su propia mecedad y conformismo, cubierto por el olvido, por el vacío que deja la falta de principios y el placer de llevar la bandera de nuestros ideales cubriéndonos el alma, de levantar el puño bajo la tormenta y presentar batalla cuando el mundo se nos pone en contra, pero con la seguridad de que nuestra causa, es más fuerte que todos ellos.