Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

ENTRÉ AL JARDÍN DE TUS PIERNAS

Entré al jardín de tus piernas
lúcidas, blancas, serenas,
y, en el boscaje escondido
se perdía mi mano entera.

 

Tus piernas con gran maestría
se entreabrían tan discretas,
que el aroma de tu sexo
se filtraba entre tus piernas.

 

Dejé que la escena  contuviera
mis caricias en tus muslos
llenando de besos puros
tus rodillas  y tus senos…

 

recorrí todo tu vientre
con mi boca y, en tu ombligo
me detuve un momento
para dormirme contigo.

 

Entré al jardín de tus piernas
lúcidas, blancas, serenas,
y corté una margarita

¡que la llevo a dondequiera…!