ALVARO J. MARQUEZ

MORISQUETAS

"Cuando la vida me lleva al pesimismo/ y no hay un final digno de los dos,/ prefiero pelear conmigo mismo/ para no pelear con Dios".


¿Y ahora? ¿Vuelta a la página y se acabó?

Creo que sí, tiempo de triste despedida.

Tobogán por el que mi mundo se deslizó,

el mismo por el que se me fue la vida.

 

Me toca morder mis labios y callarme,

aguantar una lágrima y ya no llorar...

Cambiar mis ideas, renacer, reinventarme

y dejar ir el derecho que no tuve de soñar.

 

Recoger mis palabras de amor, una a una,

dichas sin dudas en momento equivocado,

con un amor que lo notaba hasta la luna

cada noche cuando te amaba callado.

 

Cerrar el libro donde está esta historia

y borrar rastros de mi firma, de mi huella,

negarme todo, eliminar de mi memoria

que mi esperanza contigo era muy bella.

 

Me equivoqué y estas equivocaciones

tienen muchas veces un costo excesivo,

es triste tener que matar mis emociones

y que amarte sea el más fuerte motivo.

 

Me pides libertad, pides comprensión,

que en amistad convierta un amor inmenso,

no es en verdad lo que razona el corazón

ni se parece tampoco a lo que pienso.

 

Pero me toca adaptarme a esa realidad,

será algo así como dejar de ser yo...

Por una luz que me llegó en la oscuridad

y hasta el último rincón de mi alma iluminó.

 

Así son pues las cosas, se pierde y se gana,

o debo decir quizá que se gana y se pierde,

me toca esperar ahora un insólito mañana,

porque será algo insólito que no te recuerde.

 

Hago los esfuerzos, eso lo puedo hasta jurar

y voy buscando ya un lugar dónde meterme,

porque sabrás bien que para dejarte de amar

de ti tengo en cierto modo, que esconderme.

 

No sólo para que no me veas. ¡Para no verte!

Este miedo no desdice de mí como hombre,

no sé en ocasiones si será buena o mala suerte

que todo a mi alrededor lleve tu nombre.

 

Me siento como alguien con sus maletas,

que no quiere irse de un lugar y debe irse.

Que ve que el destino le hace morisquetas

pero él hombre no tiene ganas de reírse.

 

Aquí no valen los lamentos ni los enojos,

sólo vale aceptar que esto se terminó...

Perdona si me voy y no te miro a los ojos,

es que no quiero que sepas si lloro o no.

 

Imagina que ya no estoy, que me esfumé,

que de alguna manera de tu mundo me salí

y que la vida a vivirla me acostumbré

...sin ti.