Juntos caímos en la trampa, ingenuos puros,
 de un desamor furtivo que llegó sin aviso,
 urdida por el tiempo disfrazado de apuros
 a la que infortunados hicimos caso omiso. 
Así fue estrangulada de ayer la efervescencia
 de un amor impetuoso que nunca fue sumiso,
 que ruidoso temblaba ante nuestra existencia, 
 y  alborozando era mucho más que enfermizo. 
A la sombra de un árbol, de frutos no comidos, 
  extrañaré con ímpetu la intimidad de antes,
 sofocando en silencio los vicios reprimidos
 y el hervor de la sangre legataria de amantes. 
Y sentiré la brisa refrescando el calor
 de esta estación del año donde el sol es caliente
 y aún cuando el tiempo corra y cambie de color, 
 me estaré preguntando si fue un triste accidente.
Y buscaré la forma de cambiar mi destino 
 sabiéndote remoto con distinto semblante,
 jugando en los azares de un juego clandestino,
 en tanto yo, por hábito, te pensaré un  instante.
Autora:
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
13 de agosto de 2012