Diaz Valero Alejandro José

Hallazgo Fantástico

Iba yo por las calles de mi ciudad, cabizbajo y meditabundo, tal vez un poco pensativo, pensando en cosas que ya ni recuerdo. De pronto, una estrella abandonada en el pavimento me hizo detener el paso, una estrella apagada tirada en el suelo; inmediatamente la recogí y la metí en el bolsillo de mi pantalón y aceleré mis pasos para llegar rápido a casa y ver como hacía para hacerla brillar.

 

Algunas cuadras más adelante metí mi mano en el bolsillo para cerciorarme que mi hallazgo estrellado seguía allí en mi bolsillo. Vaya decepción me llevé, la estrella ya no estaba, fue allí en ese momento que recordé que el bolsillo de mi pantalón estaba descocido y la estrella como no era tan grande se salió por el orificio.

 

Entonces me devolví a toda prisa a ver si lograba encontrarla pero todo resultó inútil, ya la estrella no estaba. Así que sin perder las esperanzas comencé a buscarla a ver si esa tarde tenía la suerte de volver a encontrarla.

 

De pronto una estrella apagada, abandonada en el pavimento. ¿Era la misma? ¿Era otra? En realidad no lo sabía, pero me costaba creer que una misma persona hallara dos estrellas el mismo día, por muy abandonadas que estuviesen.

 

Así que pensé  que era la misma estrella, y que seguramente alguien venía caminando por la ciudad, igual que yo cabizbajo y meditabundo, tal vez un poco pensativo, pensando no sé qué cosas y halló la estrella que se me había caído; la guardó en su bolsillo que también estaba descocido y por no haberse percatado también se le cayó, y por eso la hallé de nuevo.

 

De manera que cogí la estrella y la mantuve firmemente en mis manos y me fui caminando a prisa rumbo a mi casa para intentar encenderla allá, pero la fricción con mis manos produjo un poco de calor y la estrella comenzó a brillar, entonces me dispuse a iluminar el camino.

 

De pronto vi un hombre que venía cabizbajo mirando al pavimento, tal vez buscando algún objeto perdido, una estrella apagada tal vez, y me di cuenta que ya no había nada que hacer, pues la estrella ya estaba encendida y por eso el hombre no pudo reconocerla; mientras tanto yo seguía caminando sin mirar para los lados llevando en mis manos aquella estrella que iluminó mi vida en aquel hallazgo maravilloso. 


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