Andrea Valentina

Apágate deseo

Pasaba escondiendo tanto sentires

que su pobre bandoneón respiraba por él

y en la esquina le apagaba recuerdos,

para que no ardiera.

Eran desvelos, tras desvelos ininterrupidos,

dedos y falanges fatigados por tanta nada

era el perfume de un corazón

que se incendiaba en un beso muerto,

mientras él, improvisa un mirar que no quería ver,

lamía heridas y húmedos arrullos

convertidos en poemas vestidos de palabras  

pro desnudos de placeres.

 

Su vida se había frenado

sin saber como ni porque

en aquellos pies

levantándose tensos en un regreso...

en un recorrer que no volvería ya,

caminante de nubes ahora,

de alma, de pena

y mar.