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Del Alma

Y aquel que muestre su corazón tal cual es, tal cual se percibe, será el verdadero rey de la felicidad, y en la cima de la más alta colina de la fortuna su palacio construirá, y no será un palacio ostentoso, ni habrá sirviente alguno, porque no necesitará nada más que al amor, a sus seres amados. Y de la hermosa tierra fértil brotará su alimento, del más puro río beberá, y la música brotará de su garganta, casi por instinto, será el arte su verdadera guía.

Y en este palacio brillarán los colores, los colores del aura cambiante del alma. Pues quien no necesita definir al alma, no necesita un fundamento para intentar apagar su angustia existencial, es el verdadero rey de la felicidad, porque cuanto menos se intente definir al alma y más se sienta, más cerca estará uno del alma: podrá conocer una parte de ella, no su totalidad, pero no necesitará esto, pues junto al alma está la libertad, la verdadera libertad, aquella que no es percibida por cualquiera de nuestros sentidos, pero es percibida por nuestra alma. No es la libertad jurídica del mundo físico. Es la libertad metafísica la verdadera libertad. Y el amor aparecerá, dando al mundo su bella música, de ese amor la pasión, el desenfreno, el constante baile armonioso del vivir.

Y el alma vive en nosotros, nuestro cuerpo no es su cárcel, si no su más dulce morada, y quien descubra eso, encontrará la felicidad sonriente del otro lado de la puerta. Y el reino de la felicidad es un reino infinito, infinito como el universo, y todos podremos vivir ahí, ser reyes de nuestra propia felicidad, y compartirla con nuestros hermanos.

La pasión por lo que nos dedicamos, por lo que estudiamos, por lo que hagamos será el camino a esa felicidad, a ese conocer un poquito de nuestra alma, el camino a encontrar la verdadera libertad, el genuino amor poderoso.

Y entenderemos que las barreras del idioma son destructibles, no importa que lengua hable nuestro hermano, no hay mejores palabras que las que salen del corazón. Quizá no entienda lo que digamos si le hablamos de Hermann Hesse en nuestro propio idioma, ¡Pero si nos va a entender si tendemos nuestra mano hacia la suya para ayudarlo a levantarse!

Lo material nos bloquea, hemos colocado al humano como el rey del universo, como aquel que mediante su razón dominaría al mundo para llevarlo a su perfecta armonía y progreso, pero que ha llevado al hombre a la destrucción de su propia casa, de su propia madre, de sus propios dioses, de su propia alma, de sus mismos sentimientos. Hemos dicho que el hombre es aquel animal racional, superior a los animales que no razonan. ¡Esto tiene que caer! ¿Los animales razonan? Es imposible de saber, puesto que jamás hablarán alguna lengua parecida a la nuestra. Tenemos esa puta costumbre de decir que aquellos que no dominan nuestro propio idioma son bárbaros. Eso han hecho los españoles con nosotros los Latinoamericanos hace más de 500 años.

Los animales son seres vivos, que sienten igual que nosotros y ellos son nuestros compañeros en este mundo. Las plantas son nuestras compañeras y gracias a ellas respiramos, vivimos bajo la luz divina del Sol.

Y es por eso que nuestra conciencia debe ser más natural, lo natural de hecho debe ser lo primordial. Debemos aceptar la muerte como algo natural también.

Morir no es algo malo, ¿será la salida del mundo físico? ¿Iremos a un mundo mejor? Puede ser, todo puede ser y depende del Azar, nuestro creador, creador de lo que existe y de lo que no existe también, creador de la dualidad.