Ivan martinez

Te es muy fácil mentir que me amas

 

 

 

 

Te es muy fácil mentir que me amas

cuando el amor nadie lo obliga,

despertando con otro en su cama

permanente y muy entregada.

 

En la línea tu voz entrecortada

con palabras de una enamorada,

pero no dura más que unos minutos

y te devuelves a dormir en su almohada.

 

¿Por qué?

Si mucho antes fuiste mía:

en tus risas, tus llantos y tus enojos.

Lo que ahora te aferras es una cobardía,

creando mas distancia

                                         de entre este

que por tenerte moría.

 

Comprendo que te fuiste condenada

sin intentar evitar de hacerlo,

de otras opciones no quisiste tomar

y me hiciste un vacío muy inmenso, muy intenso…

                                    que cuando te respiro, en mi alma

tan solo siento que me asfixio,

de entender que tal vez nunca;

                                                    te importe un poco

y ahora menos.

 

Te sufro en mis noches vacías

absolutas tan solo de silencio,

de fantasmas que se burlan

de mi miedo de perderte;

cuando ni de ti he sido un poco

ni de mi has sido algo.

 

Fuimos cosas,

simplemente cosas.

El amor de cristal es un frasco:

capaz de llenarse de ilusiones

y quebrarse de vacío por las decepciones.

 

Preguntaste si a otra amaba,

enfadada, confundida llorabas;

más… mi amor completo te entregaba.

Con desesperación y ansias te quería,

y mis ojos tus caricias dormían,

en ese entonces eras mi orgullo...

¡Ahora no soy de nadie,

tampoco tuyo!

 

Hay mucha injusticia al amarte

por la distancia de nuestros caminos,

con quien estas, tampoco es justo;

cuando ni tus años lo permiten...

ni la ley de este mundo.

 

Al final es tu decisión

que formo de este viaje su rumbo,

no me hables porque más me confundo,

ni prometas un te amo;

cuando aun tomas del otro su mano.

 

Por jugar de ese juego maldito

de correr donde quieres y con  quien fuere

Y creer escapar de un sitio,

sin pensar que mi alma tiembla

por tus actos que no evitas,

silenciada y más esclavizada de tus ganas

que ni uno, ni otro; nunca apagan.

 

No te quedes encendida en mi obscuridad

como una chispa confundida de luz,

con tus años no te pude alcanzar...

¡Aunque tampoco por mi luchaste!

y mis fuerzas por aun amarte

en segundos la debilitaste.

 

Ahora estas en un lugar...

donde no te alcanza mi mirar,

irreconocible de direcciones;

conformada de lo que nunca amas

y tratando aun, de tener más.

 

¡Esta herida como duele

y con lo cruel que eres

jamás me tendrás!

 

No puedo matar el amor

que en ti nunca nació,

tampoco soportar el dolor

de arrancarme el corazón;

si un día me lees

hazme un favor:

                           No sueñes conmigo en su cama.

                                 No te perdono

                                                          porque no soy un Dios.

                                             Ni te condeno,

                                                                      porque al amarte

culpable fui yo.