Jordi *

Preludio a una mujer hermosa

No hay rosas, ni sauces ni abetos

No hay cielo poblado de estrellas

No hay noche, no hay día

Solo su presencia

 

Tendida de espaldas sus senos en reposo

Sobre la dorada arena

es beso, es flor, abierta al gozo

 

Duerme sus  sueños cerrando los ojos

Sin gestos, sin arrobos

Sin ropaje, solo su cuerpo desnudo

 

Camino y veo una mujer hermosa, que es todo mi deseo, todo mi tesoro, donde la arena es su cama, y yo su cobijo… el viento.

Sutil, soy el viento no borrascoso, observo su terso vientre, su talle primoroso,  su cabello suelto retocado de arenas de oro.

Suena en mi cabeza el preludio de una maravillosa melodía, mientras, ella esta como ausente, relajada, como si no estuviera, y  yo como el viento de pies a cabeza la recorro.

Tomo sus manos y sus pies,  de irrespetuosa belleza y melodía de  10 coros, que deslizo entre mis manos y acuno entre mis dedos para escuchar el “te quiero” de sus tonos.

Su cuerpo es una suave melodía, toda ella es una hermosa sinfonía, desde sus hombros a sus pies,  de sus caderas a sus ojos.

Y no hay mas sollozos, todo es apacible, lleno de un horizonte  eterno, donde cabalgo sus fantasías por los  amplios cielos, y ahora su cuerpo se convierte en un “crescendo

en el éxtasis sinfónico, yo la arropo con mi cuerpo, con magia, con el suave toque de mis dedos que son viento, que es caricia,  la penetro como los venablos de la brisa, como el oasis al desierto, sin trucos, sin espejismos, ahora ella me devuelve el guiño con sus ojos de arena satisfecha, sin responder mas que un entra dentro de mi,  un tócame y olvida lo demás…

y yo… desde las piernas de ella diré adios

  

 

Jordi