marco augusto

Olvidada

Cuando tú porte de divina estrella,

marchaba perfumando con azahares

los campos de la vida,

prosperaba tu afable nombre

en el huerto

azul de las campiñas.

Partiste en el silencio torpe de una

perversa mañana,

despojándome de sueños la vida,

ya nadie pronuncia tu dulce nombre,

María Cristina,

será porque cuando muere un árbol,

ya a su paso ha dejado mil semillas,

o porque jamás se acaban las lluvia

y siempre sus puras aguas,

van a ser olvidadas en la sal marina.

Quizás sea el olvido parte de la vida,

y como no te olvidó,

será que me quedé

después de tu partida,

sin aliento y sin vida.

Hoy que ya no tengo tu amada hechura,

las perversas noches me hieren

con un puñal de recuerdos,

y me envuelve

entre sus despiadadas sombras,

convirtiéndome la existencia,

en un farallón de melancolías.

Y me doy cuenta que el ausente soy yo,

porque nada llena tu espacio

y me quedé con tu recuerdo,

 perdido por la vida.