Diego Trujillo

Poema Calcinado

Sé que le escribo esta carta a una dama. Sé que le escribo porque no duermo con sus brazos aterrizados en los míos, ni con su aliento empañándome la frente, ni con su soplo, tan tornado de viento frio.

Sé que ya no quedan eneros  que se hundan en mayo. Ni cataratas siniestras que se desborden en Julio. Sé también que le escribo porque lloro y no encuentro razón, ni su nombre de niña aterrizado en el mío.

Sé que ahora las palabras vuelan al soplo del olvido, pero dime ¿Qué entendiste tú por "Siempre"? Sé del vuelo de un sinsonte desalmado, y que dormiste conmigo en una ciudad despierta, aterrizada en delirios.

Sé que no debo admitirte, creo que la tristeza no merece versos largos, solo negarse a escribirla, retirarse cansado y  cocerla en la almohada, que se adhiera a la sombra, que aterrice en un verso y que esos versos sean míos.

Sé que recibes mis cartas hace mas de mil lunas, pues si viste un barco llorando en la orilla del puente, ese, fue un hombre enamorado.  Sé que las lees con tu mano temblando e inundando la tinta con tu llanto de risa.

Sé que del cielo no caen las rosas ni se siembran los inviernos. Sé que te escribo aunque me olvide de todo. Sé que la tinta se llora en las hojas. Y sé que esta noche, dormiré en tu sonrisa.

Podría intuir que eres de tiernas caricias, de pechos manzana y labios serpientes. Podría decir fácilmente que aun no te olvido, si tan sólo supiera a quien le escribo,  y porque creo yo que algún día, no sé cuando, fuiste alguien.


Diego Trujillo