Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

COLOQUIO DE UNA MAÑANA

Hoy no quisiera levantarme,  ¿para qué?
No hay nada trascendental,  ni valioso a mi alcance,
tendría que mirar a través de la ventana
medIo turbia, quizá por la hora
son las seis de la mañana, un día como todos.
Enciendo el  radio,  escucho a Mariano Osorio
Con alguna de esas historias donde el dolor
se intercala entre los dedos
 
Después la música que a veces coagula la sangre de las venas,
enciendo  un cigarrillo
y miro hacia la puerta       (nada que contar)
sólo una puerta metálica, pintada de café, deteriorada…
escucho ladrar a los perros
(que su dueño es mi hermano)
Los escucho ladrar… discute mi cuñada con ellos
-se me figura una madre reprendiendo a sus hijos-
Me dirijo al baño, a esa absurda costumbre de bañarse diario;
pero así es  cada mañana,
cada instante
                                 mientras apago el cigarro en algún cenicero cercano.
 
Al salir de ese duchazo conciso, mientras me visto  -pienso-
Aunque no lo crean de vez en cuando pienso,
y es sólo una reflexión nada que lastime ni que absorte,
penetro al cuarto de mis hijos
sé que hay dos que ya decidieron su vida
¡ni modo…!
                       Por lo menos estoy consciente  de que no hay una edad determinada
para abandonar el hogar paterno.
Sin embargo duele,  pero…  al ver al benjamín   superado
sé qué él también pronto se alejará.
 
Entonces.  Eso del tal entonces ya es aburrido.
Digamos más bien les mando mi bendición a los tres,
Me santiguo en un altar que tengo y,
parto para trabajar
sin saber que volveré en la tarde ni a qué hora.

 
“Pero aquí estamos”… como decía mi Padre.
Esta es una mañana como todas, ni hay ninguna  peculiaridad,

no hay nada especial es una mañana como ésta
¡ha!... Pero olvidaba un detalle:
                           No duermo solo.

 
                    -me acompaña mi soledad y mis recuerdos-