omu

La talla de su blanco extiende vivencias

 

 -Virgen sin mácula-

 

Blanco papel: un espacio que acecha

el transito hablador de algún trazo.

Enmudecido espera;

la mueca que desate la corriente,

un vendaval de signos o palabras.

 

 

Un virginal papel,

pasivamente espera,

que se plasme sobre él;

la evidente abundancia de existencias.

 

 

Universos enteros, dimensiones,

tiempos y situaciones,

el subjetivo pálpito de galaxias

o inventada ficción cual especula,

asida al ajetreo,

proviniendo de mentes o de almas.

 

 

Su blancura demanda;

garabatos, dibujos y proverbios,

artísticas cenefas o sentencias,

notas despreocupadas,

y futuros acordes tan sonoros

como resultan hábiles letras.

Reclama el poder darle esquinazo,

al letargo sumiso y aburrido

de su nada absoluta y sin grafismos,

cual dicta...monotonía.

 

 

 

La hoja, cuando luce extensa y blanca,

describe en su blancura esos puntos seguidos,

que por curiosos, lo siguiente aguardan.

 

 

Las hojas del cuaderno esperan;

ya claman por dejar su inocencia,

ruegan por ser y verse desvirgadas.

 

 

Quieren abandonar el ostracismo,

no importa si es a vuelta de llave delicada,

o a base de violentos golpeos.

Quieren ser un reflejo en el cristal,

un espejo hablador que se sincera,

poder contar, por fin, con sus puertas abiertas,

 

 

y con su pulcritud descerrajada,

gritar, a viva voz, los hallazgos que ha dado

declamar los misterios fabulosos,

que se encontraron tras la introspección.

 

 

 

Blanca y limpia revuelta;

provocas rebeldía,

clarividente induces 

hacia el psicoanálisis.

 

 

Como dadiva te ofreces para que ahondemos,

cuchicheas veraces soluciones

tú remojas resecas ignorancias,

comprendes aquel hambre y tanta sed,

haciendo que se calme.

 

 

Y así...pozos lejanos refluyen más que próximos,

congratulándose, poseen agua;

pueden dar de beber al ser sediento,

al abrir el prodigio de su fuente.

 

 

Porque un inmaculado

y útil papel; es puente,

al acoger la creación sin pago

de todos; cuando se ofrece y transmite.

De honestos y granujas,

del señores cobardes y valientes,

de damiselas feas o bellas, y de ancianas,

ya sean de altos vuelos y bajísima casta

o de esa sangre noble que pregona alcurnia,

porque el blanco papel reza llamando

hasta aquel personaje más grotesco y mundano.

 

 

Su tela se impregna de colores,

e ilumina y despierta a somnolientas estrellas.

En ti; virgen papel,

cabe el nutriente ávido de lenguajes,

vales como esperanto.

 

   ***   ***   ***

 

-Sello personal- 

 

Cosida con un millar de puñaladas de tinta,

de lápices o pinceles,

lejos de morir,

la hoja de blanco papel

revive mil veces, no perece,

sobrevive a todos los pasares

sirviendo de conocimiento,

refrescando los años; como recuerdo.

 

 

Por ti, carta escrita,

tu que relatas pareceres,

y doblada dentro de un sobre,

paciente resguardas confesiones

hasta que una mano o un filo te abra.

Entonces, tú describes,

entonces, al abrirte,

desdoblas emociones y sentimientos.

 

 

A esa carta sincera,

que por llana es de claridad explícita.

 

 

Carta, tu que desglosas vivencias,

y cuando en ti me vuelco,

entrego la mayor de mis propiedades;

el hondo tesoro que hay en mi interior.

 

 

A esa carta que cuenta cual si fuera un cuento,

sobre la luz de parejas,

sobre un par de cerezas,

que cuelgan unidas por la rama,

y como pendiente en oreja,

reflejan el enlace; un gran amor.

 

 

Una hoja blanca y virgen medita tranquila,

su nirvana es la nada, rezuma sosiego;

siempre y cuando no le visite la excitación,

del insurrecto artista, ya sea niño o adulto,

dibujante, pintor, o estudiante escribiente.

 

 

Apuntes de todo denota una carta;

la soledad tenebrosa y su angustia,

la rabia, la venganza o el rencor,

puede describir, viajes, proyectos,

alianzas, solidaridad y enemistades.

Una carta es un mundo que gira;

trazo tras trazo, línea tras línea,

y novela con proximidad precisa.

Vale como recuerdo de la interrelación,

demanda la boda momentánea con otro,

el entendimiento; un casorio.

 

 

Una carta es la evidencia,

de que todo espacio en blanco es ofrenda,

libre de culpa le sirve al puño

y a esa mente que explica mediante letras.

 

 

Una carta sincera se deja llevar

por innatos impulsos,

por la fuerza instintiva

que conlleva; la concienzuda expresión.

La que invade impregnando el blancuzco desierto,

con la humana pureza más común,

abarcando, del río,

tanto el caudal; como sendas vertientes.

y siempre acompañada

de la poca o la mucha, inspiración.

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)