Carlos R. Barrera

Ha llegado la noche ya...

Ha llegado la noche ya, es fría, triste

y viene acompañada de la soledad,

mi mente por un momento quedo en blanco,

y pensaba en nada, mi ser quedo inerte

tal pareciera que mi alma abandono mi cuerpo,

repentinamente una melodía que se escuchaba a lo lejos

me trajo nuevamente aquí.

 

En ese breve instante de mi viaje astral, recorrí el tiempo...

 

Pase a mi infancia,

observe la sublime facilidad con la cual llegaba a la alegría,

la sencillez con la que aceptaba el error ajeno

y perdonaba las ofensas sin guardar resentimientos.

 

Recorrí mi adolescencia, fresca fragancia

seductora del amor inocente y mas puro de la vida,

acompañado de virtuosas doncellas, 

hermosos luceros al alba de la vida...

 

Camine por los años mozos de mi vida,

mi presente, admiraba la soledad que me atormenta,

la tristeza que se apodera de mi alma,

asta la dulzura inesperada de su llegada...

 

Pase a mi presente, anduve mi futuro

al cual me dirijo si navego las frías aguas

de indiferencia hacia el amor y la vida,

en las cuales se encuentra mi balsa hoy en día.

 

En un momento recordé lo que me hacía feliz,

lo que sin sentido aparente me mantenía sonriente,

la facilidad ingenua de llegar a la alegría,

que tal parece que en algún sendero en el tiempo olvide.

 

En ese breve momento analice 

que no fue un gran momento el que disfrute de felicidad,

si no el recibir contento, cada aparente fragmento insignificante de mi vida,

recordar la felicidad de aquel niño, tan simple y fácil de alcanzar,

la pasión infinita del adolescente, que no le teme a la vida

                                                               y a experimentar la desilusión.

 

Que la belleza adjunta de mi juventud, sera pasajera

y es un simple reflejo de lo que existe verdaderamente en mi interior,

que si deseo estar siempre sonriente como antaño,

debo reaprender a robar la mas pura sonrisa,

debo ser sutil, meloso y delicado con la mujer,

quien merece respeto, admiración y halagos siempre,

aprender a valorar lo que tengo, sin quejarme por lo que no logre,

a caminar firme en mis creencias y convicciones, aceptando

                                                       el desequilibrio del error,

a a mar sin condición, sin temer a la decepción...

 

Fue tan solo un breve momento, un viaje en el tiempo,

que renació mi esperanza y resucito a mi ilusión...

 

                                               Carlos R. Barrera