Hugo Emilio Ocanto

¿Sabés a qué he venido?

(El actor entra a sala teatral,

camina hasta el centro

de ella, se detiene

y observa tristemente

al público. Caminando

se dirige hacia

la escalera

y sube al escenario.

Toca timbre.)

¡Hola!...¿Me permitís

pasar? Gracias.

¿Cómo estás?

Sí, sé que tu esposo

no está. Por eso

he venido a

esta hora.

¿Sabés a qué vine?

Te debo una explicación.

Y una rectificación.

Cuando te llamé

hace una semana

por teléfono, reconozco

que lo que te dije

no era lo correcto.

Siempre dijiste que

era un caballero,

y sigo siéndolo.

(Ella lo invita

a sentarse.)

 El motivo

de mi presencia

es para disculparme.

Sé que estuve mal.

Autocalifico horrible

mi actitud.

A veces, pecamos

con palabras, sin

darnos cuenta.

Fuí impulsivo.

Lo reconozco.

Mi proposición...

indecente...

te la hice

sin medir las

consecuencias.

Sabés que mi esposa

tiene un problema

de salud.

Y que está en

un sillón rodante.

¿Lo sabías?

Sí, ahora lo

recuerdo. Y bien,

cuando estuvimos

en esa reunión

junto a tu esposo,

esa noche tomé

de más y al

despedirnos

me quedé con

el deseo de volverte

a ver. De una

manera distinta.

Sentí deseos por vós...

Dejame explicarte, por favor.

Y entonces te llamé.

Hace tiempo que

no tengo relación

con mi esposa.

Ella no siente

deseos sexuales

y tampoco yo

con ella.

Me sentí atraído

por  vós, y te lo

hice saber...

¿Sabés a qué he venido?

A que me perdonés.

Siempre fuiste

en todo sentido

una dama.

Y yo con mi

llamado y mi proposición

fuí un canalla.

Me sentía solo

y recurrí a vós

haciéndote una

propuesta de la

cual maldigo

la hora en que

la hice.

He venido a disculparme

y si es posible

a que me perdonés.

No es posible que por

mi atrevimiento,

te pierda a vós

y a tu esposo,

mi amigo.

Los dos son

mis amigos.

¿Aceptás te pido

me perdonés?

Mirame. Mirame

por favor...

A los ojos...

¿Ellos no te están

diciendo que soy

sincero?

Me arrepiento por

lo que te dije.

Perdoname.

No me contestás.

¡Decime algo!...

¡Insultame! Pero

respondeme...

Está bien...

te comprendo...

Te hago una promesa...

Nunca, nunca más

cometeré el error

de ofenderte.

Te lo prometo.

Tomame la palabra.

Sigo creyendo que soy

un caballero.

Lo soy.

Aunque haya cometido

el error de mi vida.

Tratar de seducir

a la esposa de

mi mejor amigo.

Lo lamento.

Dios quiera

puedas perdonarme...

Ya no siento

nada por vós.

¿Me creés?

Sós digna del

amor hacia

tu familia.

Sé que ellos

son toda tu

fortuna. Más afortunados

son ellos de tenerte

a vós.

(Se levanta. La mira

profundamente a

los ojos. Ella esquiva

su mirada, altiva)

Voy a retirarme.

Acordate que

te hice una

promesa.

Ya te has de

dar cuenta

que he de

cumplirla.

Mi silencio

al respecto,

será definitivo.

No me guardés

rencor.

Deseo que sigamos

siendo amigos.

Como antes.

Siempre decentemente.

¿Me cederías

tu mano?

Quiero despedirme

estrechando 

nuestras manos.

Está bien.

Como quieras.

Esta no es una

despedida

totalmente definitiva.

Siempre los

he querido

a los dos.

Pequé con mis

palabras...

Pero mi corazón

queda con ustedes.

Solo como amigos.

Los necesito.

Son parte

de mi felicidad.

 (Cae telón lentamente)

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-06/07/2012)