(El actor entra a sala teatral,
camina hasta el centro
de ella, se detiene
y observa tristemente
al público. Caminando
se dirige hacia
la escalera
y sube al escenario.
Toca timbre.)
¡Hola!...¿Me permites
pasar? Gracias.
¿Cómo estás?
Sí, sé que tu esposo
no está. Por eso
he venido a
esta hora.
¿Sabes a qué vine?
Te debo una explicación.
Y una rectificación.
Cuando te llamé
hace una semana
por teléfono, reconozco
que lo que te dije
no era lo correcto.
Siempre dijiste que
era un caballero,
y sigo siéndolo.
(Ella lo invita
a sentarse.)
El motivo
de mi presencia
es para disculparme.
Sé que estuve mal.
Autocalifico horrible
mi actitud.
A veces, pecamos
con palabras, sin
darnos cuenta.
Fui impulsivo.
Lo reconozco.
Mi proposición...
indecente...
te la hice
sin medir las
consecuencias.
Sabes que mi esposa
tiene un problema
de salud.
Y que está en
un sillón rodante.
¿Lo sabías?
Sí, ahora lo
recuerdo. Y bien,
cuando estuvimos
en esa reunión
junto a tu esposo,
esa noche tomé
de más y al
despedirnos
me quedé con
el deseo de volverte
a ver. De una
manera distinta.
Sentí deseos por ti...
Dejame explicarte, por favor.
Y entonces te llamé.
Hace tiempo que
no tengo relación
con mi esposa.
Ella no siente
deseos sexuales
y tampoco yo
con ella.
Me sentí atraído
por ti, y te lo
hice saber...
¿Sabes a qué he venido?
A que me perdones.
Siempre fuiste
en todo sentido
una dama.
Y yo con mi
llamado y mi proposición
fuí un canalla.
Me sentía solo
y recurrí a ti
haciéndote una
propuesta de la
cual maldigo
la hora en que
la hice.
He venido a disculparme
y si es posible
a que me perdones.
No es posible que por
mi atrevimiento,
te pierda a ti
y a tu esposo,
mi amigo.
Los dos son
mis amigos.
¿Aceptas te pido
me perdones?
Mírame. Mírame
por favor...
A los ojos...
¿Ellos no te están
diciendo que soy
sincero?
Me arrepiento por
lo que te dije.
Perdóname.
No me contestas.
¡Decime algo!...
¡Insultame! Pero
respóndeme...
Está bien...
te comprendo...
Te hago una promesa...
Nunca, nunca más
cometeré el error
de ofenderte.
Te lo prometo.
Tómame la palabra.
Sigo creyendo que soy
un caballero.
Lo soy.
Aunque haya cometido
el error de mi vida.
Tratar de seducir
a la esposa de
mi mejor amigo.
Lo lamento.
Dios quiera
puedas perdonarme...
Ya no siento
nada por ti.
¿Me crees?
Eres digna del
amor hacia
tu familia.
Sé que ellos
son toda tu
fortuna. Más afortunados
son ellos de tenerte
a ti.
(Se levanta. La mira
profundamente a
los ojos. Ella esquiva
su mirada, altiva)
Voy a retirarme.
Acuérdate que
te hice una
promesa.
Ya te has de
dar cuenta
que he de
cumplirla.
Mi silencio
al respecto,
será definitivo.
No me guardes
rencor.
Deseo que sigamos
siendo amigos.
Como antes.
Siempre decentemente.
¿Me cederías
tu mano?
Quiero despedirme
estrechando
nuestras manos.
Está bien.
Como quieras.
Esta no es una
despedida
totalmente definitiva.
Siempre los
he querido
a los dos.
Pequé con mis
palabras...
Pero mi corazón
queda con ustedes.
Solo como amigos.
Los necesito.
Son parte
de mi felicidad.
(Cae telón lentamente)
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-06/07/2012)