Hugo Emilio Ocanto

Bendito amor

Cómo esta noche

no expresarte

que te amo

apasionadamente.

Si ayer tú me

diste la más

inmensa de las

felicidades.

Tu presencia.

Tu piel.

Tu voz.

Tus besos...

La dicha plena

que hace tiempo

esperando estuve.

Tú me la

concediste.

Y ahora...

todo en mí,

es felicidad.

Sin pregonar

al mundo

la verdad

de nuestro

encuentro.

O la totalidad

de él.

Llevo sobre mi piel

el contacto

de la tuya.

Bendito sea el amor.

Bendita seas, mujer.

Me has sacado

de las tinieblas.

De la oscuridad.

Hoy veo al mundo

distinto.

A pesar de las guerras.

De las guerras

del alma.

Del odio.

De la competencia...

Pero no

pensemos en eso

ahora.

Pensemos

en nuestra felicidad.

Seamos esta vez

un poco egoístas.

Tú, sin darte cuenta,

me otorgaste todo.

Todo lo que

necesitaba.

Calmar mi espíritu.

Mis angustias.

Mi soledad.

Bendita seas.

Tal vez

no puedas

comprenderlo.

Sí yo.

Comprendo

que teniendo

tu amor,

soy el más feliz

de los mortales.

Noche distinta.

Noche de amor.

Noche de paz.

Cuánto la

necesitaba.

Cuánto te

necesito.

Y ayer fuiste mía...

y en mi alma siempre

lo serás...

aunque me digas:

hasta mañana...

Te retendré

en mis pensamientos.

En mi piel.

En la ansiedad

de encontrarte

nuevamente,

y vivir momentos

de amor, sexo y

sentimientos.

Cuántos sentimientos

más podría

confesarte.

Pero esta noche

no. Iré a descansar,

y tú estarás en

mis sueños...

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-05/07/2012)