Ivan martinez

¡Pero dices que eres mía!

 

 

Siento que pierdo algo que jamás fue mío.

Que justamente al caer en las manos desaparece.

E irónicamente a ciencia cierta, sé que existe.

 

Estas entre hojas de otoños pasados

y vuelves de nuevo en los presentes

reviviendo la vista de un café iluminado.

 

¡No te encuentras entre ríos de agua viva.

Sólo en los lagos de mi angustiosa agonía!

 

Soy dueño de algo que no puedo:

De la luz que habita, tan solo al abrir la vista,

de ese sol que se esconde

y de las inalcanzables estrellas,

no me pertenece ni una chispa de arena;

ni alcanzo a comprarte, con el amor...

¡que ya no soporto en las venas!

y que asfixia de tanto dolor.

 

Me das tus abrazos y te los quedas contigo

con todo lo que entregas y que te pertenece.

¡Llenas de ansias cortas y ciegas

lo que está y nos rodea!

 

Nada serio apresamos.

Más: soy tuyo sin ser tu mía

cosa de un amar extraño

que si vive, ¡no lo entendería la vida!

 

Te espero en pedazos de tiempo.

Te vas y regresas

 y mi sudor espesas,

y al terminar me desconoces.

 

Sé que mis palmas están llenas de hastío.

Y en tu mirada esquiva

¡sólo habituo!

tampoco es propio el aire que respiro,

ni la gota de sal que corre a gritos en la mejía:

Cada vez cuando estas desaparecida

y en jardines espontáneos dejas tu belleza esparcida

en espacios de rincones adoloridos…

de mi memoria: _cajón de verdades y de mentiras_...

 

¡Pero dices que eres mía! otra vez:

Y al final de hacer lo que hacemos ¡lo contrario!

me hiciste dueño de tensión

y las angustias de morir eterno a tu lado…

o caminando en castigo condenados.

 

¡Es el golpe más fuerte, de tu poco amor

que el de tus propias manos,

y tus lejanos besos

que el de tus dientes en mi piel incrustados!

 

¡Me arde más tu deseo, que el fuego!

 

Con enorme vacío te aclamo

en el sonido mudo de mil reclamos.

 

No es tuyo mi llanto, ni mío el tuyo

ni el antojo de tus días contados.

¡Es tan sólo el instante que revive…

y que luego matamos!