Delicado equilibrio balancea emociones,
pendulando los días, oscilando recuerdos.
En la trama de vida se entrelazan acuerdos,
con la rosa del viento, señalando ocasiones.
Sabio es quién en su día prodiga bendiciones.
El que bate los brazos en gentil movimiento.
El que abraza lo retos con feliz pensamiento.
Y en telar amoroso va enlazando razones.
Pobre aquel que olvidando naturales visiones,
con los hilos del odio, va bordando diseños.
Y en un huso oxidado entretejiendo sus sueños
tapizándose el alma, de funestos pendones.
La alegría desborda del que emana perdones,
transparente sonrisa se abrillanta en su espejo.
Su mirada despide fascinante reflejo,
sembrador de armonías en trenzados listones.
Ay de aquel, que emprendiendo despiadadas misiones,
con coraza de acero revista el sentimiento,
que en voraz avaricia gaste su último aliento
y en dantesco escenario decapite ilusiones.
El fecundo trabajo regenera eclosiones,
repoblando la tierra de festiva esperanza,
germinando en la dicha, de una eufórica danza,
trepidantes de amor se alinean corazones.
Triste aquel que le rinda culto a vanas pasiones,
que en riqueza y placeres entronice dolores;
derrochando su esencia sin mesura o censores
y que a fútiles dioses preste veneraciones.
Prodigioso arrebato, de magnánimos dones,
colección de un hacer conducente a un empeño.
Infinito aprehender potencial desempeño,
con afán de crecer toma sus decisiones…