Oscar Perez

Día de ayer a esta hora

Día de ayer a esta hora

 

A los veintiuno, cuando todos somos flacos,

y no tienen razón ni la madre ni la escuela,

vi las pinturas que en las nubes forjó el cielo,

vi los pedazos que faltaban de la noche.

Anduve entre cervezas y hospitales,

curé mi soledad con prostitutas,

bebí del sórdido reloj de tus caderas,

me amamante del tiempo y sus espinas.

Produje una impresión de marinero,

dormí bajo la estrella de tus ojos,

besé cada vez más la cordillera,

comí como si el plato fuera de oro.

Me dije nada más hay de sincero

aparte del dolor y el horizonte,

aparte de los muertos de la huelga,

aparte de los niños sin sonrisa.

Y abrí por cabalgar todas las puertas,

desde la noche gris y a ras del cuerpo

hasta el febril tambor del entusiasmo

que vuelve el trigo pan y al sol bufanda,

que llena hasta esta flor de tantos pétalos

queribles, transparentes y admirables.

Mi sola juventud guardó las alas,

el vuelo no acabó, pero el espacio se hizo serio.

 

08 06 12