Diaz Valero Alejandro José

Los libros que no iban a la escuela 8/10

CAPÍTULO 8. Un sacrificio que valía la pena

 

A veces Arquímedes antes de salir en la mañana para la escuela, miraba sus libros. Se imaginaba cargándolos a la escuela para poder leer en ellos las clases que dictaría la maestra ese día. A veces la maestra le preguntaba:

 

- ¿Arquímedes, trajiste tus libros?

Y él generalmente le contestaba

- Se me olvidó otra vez, maestra

Y ella nunca tuvo la curiosidad de saber porque a pesar de ser buen estudiante y de cumplir con sus asignaciones escolares, nunca llevaba sus libros; sólo sus cuadernos.

 

Aunque hubo una vez que los llevó. Eso fue a comienzos de año y tuvo una experiencia tan desagradable en clases con sus compañeros que prefirió no llevarlos nunca más.

 

Incluso en la hora del recreo varios niños le recordaron el incidente y Arquímedes tuvo que contenerse para no reñir con ellos. Él pensaba en su hoja de vida escolar que de reñir con ellos quedaría marcada por mala conducta y no estaba dispuesto a sacrificar su honorabilidad de estudiante intachable.

 

Así que desde ese día optó mejor por no llevar sus libros al colegio. Era más fácil reprimir sus deseos.

 

La mamá de Arquímedes vivía sola en una casita humilde, con cuatro hijos, Arquímedes era uno de ellos. Ella había decidido criar sola a sus hijos ya que el papá de ellos se había marchado a otro pueblo y nunca más había vuelto a la casa.

 

Esa tarea no era fácil, aunque ella siempre decía que el sacrificio que se hiciera para que los hijos estudiaran no valía nada en comparación a la educación que obtuvieran. Por eso se había jurado a sí misma, que sus hijos no saldrían brutos como ella. Aunque a veces después de decir su acostumbrada frase, repetía en voz baja “yo no soy tan bruta lo que pasa es que no tuve la oportunidad de estudiar”  y eso la consolaba.

 

Así pasaban la vida en medio de tantas carencias, donde aquella sacrificada madre, ganaba su sueldo para a duras penas comprar comida y vestido y para comprar lápices y cuadernos, ya que a veces ni le alcanzaba para comprar los lápices de colores; por eso Arquímedes, generalmente usaba “taquitos” de años anteriores para colorear sus dibujos.

 

Y de los textos ni hablar,  para eso si es verdad que nunca le alcanzaba el dinero, aún así a sus hijos nunca le faltaban los textos escolares.

 

Luchar con tanto sacrificio

en busca de la educación

alejaba mañas y vicios

con la buena formación.


Continuará...