Diaz Valero Alejandro José

Los libros que no iban a la escuela 3/10

CAPÍTULO 3. Sus amigos los libros

 

Arquímedes seguía disfrutando de la lectura. Su infancia transcurría entre viejos y desgastados libros que nadie leía, pero que a él le fascinaban. Unos de historia, otros de cuentos, otros de ciencias, cada uno de ellos le despertaba distintas emociones. Los de cuentos prefería leerlos en las noches.

 

Sus padres casi analfabetas no podían satisfacer su alegría de escucharles leer un cuento, así que él mismo en su dificultosa lectura, comenzó a leerlos. Con el pasar del tiempo la lectura se le fue haciendo más fácil y podía entender más, eso lo motivó a seguir. De pronto le dieron ganas de leer todo. Cuando iba  a la escuela, leía los avisos publicitarios y aunque algunos no los entendía, aún así no dejaba de leerlos.

 

Arquímedes muchas veces  recogió páginas de periódico abandonados en la calle, y los llevaba a su casa para leerlos en sus ratos libres. Se sentía grande a poder también leer las noticias, como lo hacía el Señor Rafael, un vecino que vivía al frente de su casa y que todos días a la hora del almuerzo regresaba a su casa con su acostumbrado sombrero y su periódico bajo el brazo. Esas noticias no eran del día; eran noticias viejas, pero Arquímedes se conformaba con saber que eso había ocurrido, eso le daba la oportunidad de conocer otra parte del mundo, muchas veces muy distinto al que él vivía en aquella barriada marginal.

 

Sus libros seguían siendo sus tesoros, los leía y los cuidaba con mucho recelo, jamás tuvo el valor de arrancarle hojas, ni de rayarlos, pues los veía como unos verdaderos amigos, y se sentía feliz al estar con ellos, tan feliz como si estuviese con los otros amigos con los cuales compartía juegos de patio.

 

Por eso cada día la lectura le consumía más horas de lo normal, algo así como su juguete preferido, tal vez por eso no los llevaba a la escuela, o quién sabe si habría otras razones poderosas que le impedían hacerlo.   Pero de lo que no debe caber duda era que Arquímedes adoraba sus libros.

 

Los textos eran sus amigos

muchas horas se divertía con ellos

quería tanto a sus libros

en ellos, cifraba sus sueños.


Continuará...