Diaz Valero Alejandro José

Los libros que no iban a la escuela 2/10

CAPÍTULO 2. Una extraña ventaja

 

Tener hermanos mayores suele ser una ventaja importante para muchos niños; y si esos hermanos son disciplinados en sus estudios, la ventaja se hace más interesante, pues ellos habrán de ser la guía y el modelo que tendrá el hermano menor para seguir la senda de sus hermanos.

 

El caso de Arquímedes fue distinto, al menos en parte, pues él tenía dos hermanos mayores, pero éstos no eran estudiantes aplicados, por lo que siempre tenían problemas en su proceso de aprendizaje lo cual les dificultaba pasar de grado. Extrañamente esta situación particular, representó para Arquímedes una extraña ventaja, pues cuando sus hermanos recibían sus clases, él también las escuchaba; ya que como había terminado sus asignaciones escolares, tenía ese tiempo libre, y le agradaba mucho aprender cosas que estaban más allá de su grado… Eso le hacía sentirse importante.

 

Con mucho orgullo, recordando esas clases una mañana en su escuela, fue el único en tomar el dictado correctamente, al escribir “El campo cambió" de manera correcta, pues recordó que a sus hermanos les habían explicado que antes de ”p” y “b” se escribía “m” y no “n” como lo hicieron el resto de sus compañeros de clases. Esa mañana la maestra lo había felicitado y él se sintió muy feliz.

 

Otro día, en una clase de matemática pudo pasar al pizarrón y resolver una operación de división donde el número del dividendo era menor al del divisor, ninguno de sus compañeros sabía qué hacer en esa circunstancia y él ya lo había aprendido junto a sus hermanos. Sencillamente se coloca cero al cociente, se baja el número siguiente y se continúa la operación. Ese día recibió también una felicitación y una hermosa sonrisa de su maestra, sonrisa ésta que a sus ocho años representaba para él uno de los más bellos regalos.

 

Todo seguía transcurriendo normalmente en cada año escolar, Arquímedes estudiaba y se preocupaba por aprender cada día más, pero eso sí,  sin llevar sus libros a la escuela. Sus hermanos ni siquiera se preocupaban por ello, sin duda eran cómplices de la fechoría este niño cuyo único pecado era no llevar a la escuela los libros con los que a diario aprendía.

 

¿Temor a que otros niños se los robaran, como le pasó una vez a su amigo Felipe? O ¿acaso flojera para no cargar ese peso en sus espaldas?… Quién sabe, sólo él y sus hermanos guardan ese secreto tan bien guardado y que por cierto, tantas complicaciones le producía cada día.

 

Una ventaja asombrosa

era estudiar con sus hermanos

aprendía nuevas cosas

antes de pasar de grado.


Continuará...