Hugo Emilio Ocanto

Sopa en la pared

Estoy en mi ventana

contemplando

la calle de mi barrio.

Frente a mi casa

existe un convento

de hermanas religiosas.

El frente de él,

se ve siempre impecable.

Las hermanas son

un amor de bondad.

Todas las tardes

los niños juegan

en ese frente

sagrado.

Son las hijas

de Dios que lo habitan.

Veo a un niño,

pobrecito, de unos

nueve años, que llama

a la puerta del convento.

Está humildemente vestido

y sin calzado.

Una de las hermanas

lo atiende.

Dialogan. El niño

se sienta en el umbral.

Espera. Continúo observando.

La hermanita abre la puerta

y diviso que le entrega

un recipiente.

Aparentemente es un tazón.

Se despide del niño

acariciándole

sus cabellos.

El niño huele su contenido.

Se queda pensativo.

Vuelve a sentarse,

y medita.

Se levanta abruptamente

y con bronca

arroja la sopa sobre

la pared del convento.

Lo veo partir, corriendo.