Diaz Valero Alejandro José

Los libros que no iban a la escuela 1/10

CAPÍTULO 1. Una breve historia


Arquímedes era un niño de casi ocho años, estudiaba tercer grado de primaria, era muy tímido y juguetón, aunque la mayoría de las veces prefería jugar solo. Era un niño muy estudioso, le gustaba mucho la lectura y las matemáticas. Vivía en una barriada marginal de tantas que hay en los pueblos latinoamericanos. Claro que vivía en una gigantesca ciudad industrializada donde el petróleo era la principal fuente de riqueza, aún así, la pobreza bordeaba la ciudad, con ese doloroso cinturón de miseria que se proyectaba infinitamente en la zona sur de aquella famosa ciudad.

 

Si bien es cierto que Arquímedes disfrutaba de la lectura de sus libros,  también no es menos cierto que por extrañas razones, no le gustaba llevar sus textos escolares a la escuela, sólo sus cuadernos; los cuales desgastados y llenos con su incipiente caligrafía se fueron convirtiendo poco a poco en sus inseparables compañeros, cuando cada mañana se dirigía con sus hermanos por el largo camino para llegar al instituto público donde le impartían sus clases de primaria.

 

Cuarenta minutos de camino era la distancia aproximada que sus pies caminaban cada mañana en busca de la enseñanza que tanto le gustaba y que abría ante él, un mundo distinto lleno de sueños y de esperanzas de llegar a ser algún día un gran doctor.

 

-          No quiero llevarme los libros a la escuela, le decía a su hermano mayor, pesan demasiados y me canso. Su hermano sonreía, no se sabe si él podía adivinar en su mente también infantil, las verdaderas razones que tenía su hermano Arquímedes para negarse a llevar los textos, que tanto adoraba; a la escuela, que también adoraba.

 

Algo había en la mente de aquel niño

que por razones desconocidas

se negaba a llevar sus libros

a su escuela cuando iba.


Continuará...