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Por mis pies comprendo

 

Quizás sea hoy el día,

ideal para la cita.

Que mostrándose despierta tu mirada,

haga su equipaje reflexiva.

Que eluda tercos yugos

y se congratule al ser llamada.

 

 

Espero que tu oído,

al oir pueda esquivar;

el mal sueño portador,

cual te pudo maltratar.

El azote de penurias

y el más pálido dolor,

que como tormenta hostil,

desencanto te portó.

 

 

   ***   ***   ***

 

 

Afortunada: se moldea mi pieza.

Giro tras giro:

sobre la mesa.

Animándose con los compases de un torno,

cual era y es, hijo de manos, padre de todo;

esmerado maestro vocacional,

que transforma la masa, habilitando modos.

 

 

Placenteramente acepto: ser desposado por la vida.

Broté desde el útero de ella,

soy su paladín y me complazco,

con el saber plausible de sus pactos.

 

 

Soy siervo del presente,

pluma de sus aves,

paja de sus nidos.

Mi videncia tiene poco de adivina,

hilvanando tanto pasado,

llega a concederme el paladeo

de venideros alimentos.

Recreándose prontamente,

se adelanta y relame su olfato ya el futuro.

 

 

 

Cuelgo desde consteladas ramas,

a veces soy hielo en el balanceo,

y otras quemo; como crudo sol.

Insospechadas son las frutas que desgranan:

las vertientes estrelladas del destino.

 

 

   ***   ***   ***

 

Me ofrezco sin dudarlo:

al sigilo creativo de océanos universales.

Éstos a corregirme se apremian, 

me anotan, rectificándome.

A servirme con cada ola de su mar

de robusto pilar,

me disponen para soportar la consistencia

y el plazo que correspondiera;

enebran el suave hilo en la aguja

y a su vez son puntales.

 

Sepa aprender, sea digno del saber,

los errores advierta y eluda el sentir de fracasos.

Envuélvase mi vida de madurez

tengan raciocinio mis convulsiones emocionales.

 

Desnudo me deja este mar,

salpica expeditivo mientras nos da saludo.

El curso de su agua, rítmico transmite,

desde temprano, quiso mojarme y dejar,

ajustados remedios para hacer marchar;

tantos colapsos -fruto del miedo-

como enfermizas plagas dadas por la mezquindad.

Las cuales abaten a la esperanza

y corroen las céntricas capitales, aldeas y pueblos,

inutilizando valiosos deseos,

que podrían ser fuente de prosperidad.

 

Inevitablemente,

incesantes voltean las aspas del molino.

Mas quisiera poder

detener el río de mis pensamientos,

no disponer del grano,

no encontrar insistentes razones

que parlanchinas desgasten cuando argumenten.

 

Pero aún siendo así,

asiento a cualquier proclama

vertida sobre mi, que haga la vida.

No quiero mas que poder disfrutar,

y mostrarme agradecido;

ante el respiro que acudiendo de visita se cita conmigo.

Llamándome, remarca las importancias, me indica,

e incluyéndome en su agenda

comparte las trazadas y elementos,

los amplios infinitos que se esparcen

por la minúscula y aérea inhalación.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)