jonathanbenavente

Tenor madness

Humedades energéticas, fosfenos magnéticos, adónde me llevan, tan electrizado y con chiribitas en la piel, como los negatrones acelerados en un disparo particular; el impacto caótico es el teatro que sostienen los huesos: mar entrópico, roja luz, esperando el corniforme Vril de Alpha-tauri. Una matanza bajo seis lunas eclipsadas, sacrificio mesiánico, pliegue espacial intra-psíquico cuya retorcida garganta vuelve luego de cinco mil años-luz, desde la incertidumbre y su larga pronunciación, prestándonos lugar en este cuerpo astral metapsíquico, entre el impresionismo rosa de la barbarie, desfallecientes clamores indios. Naceremos de nuevo, de un huevo, férreo, entre los vacíos consonantes, y ante siete huevos áureos en llamas; un nuevo Kalevala. Solamente por factibilidad para suceder y el verbo ontológico correspondiente y sus calzas racionales para tejer estructuras con funciones determinantes. Pero sin encumbrarnos por elucubraciones trascendentales: construir juicios sintéticos con preposiciones problemáticas resulta contingente, pero cuando se ha inclinado la línea universal, todas las tenazas son romas y las invectivas ciegas, no podrán tocarnos, ni pixelar nuestros ideales de reforma espiritual, tampoco obstruir nuestros ríos cósmicos de saliva elemental por donde dimanan ondas circunspectas, ondas centrífugas y ondas radiales, xenolenguajes con parentesco semiológico en el sexto circuito estelar. Llévense su ruptura entre la subjetividad individual y el movimiento historicista, sus presupuestos no integran una cuadra del inconsciente colectivo con relación a la experiencia activa, nuestra cofradía iluminada atraviesa los tiempos sin resistencias, con el centelleo de agujeros negros y el bullir de tautrones espermáticos. Seremos tal Jaiot Hakodesh sobre nuestros objetivos, dormiremos muy poco o casi nunca si es necesario. La estirpe del cisma nos estruja con periódicos y cola sintética, para delinearnos sin límite abstracto, somos la vena ultra-metafísica discontinua, somos el umbral más alto de la sensorialidad, la vida que arrastra los acontecimientos hacia la muerte por un resplandor neutro, la nada ataviada con minúsculas cuerdas vibratorias en coreografías super-simétricas, cuando el padre Caos ha parido a Cronos en bien. El epicentro cuya anatomía es el impacto hipersano donde confluyen tendencias se va ordenando en conmensuraciones perfectamente virtuales y determina una amplia aplicación lógica, desde la primera asociación mítica sub-elemental hasta grandes cúpulas de pensamiento metafísico.
Inmensas concepciones escatológicas que devoran y escupen almas por millones y expanden su jurisdicción a la ambición del pensamiento. Bardos indocumentados donde las percepciones se hacen vibraciones y luego agua iridiscente cayendo por cataratas rock psicodélico, catalizadores Hoffman, hipnotismo estocástico, acompasamiento binario rag-time, en fin lipoides sintetizando estructuras hormonales estimulantes por todo el fin de semana.
Destiñendo el alma al compas de los sentidos abiertos hasta Orión, agredidos por la existencia, respirando el smoge plomado, saboreando la lluvia ácida, escuchando tragar a la muerte mientras la vida escupe, cual si fuera una bestia bicéfala. Masas radiactivamente moradas, vórtices,la maratón de espermatozoides y el concierto de los fusiles, siglo por siglo, bajo la insurrección proletaria, lémures superdotados trazando funciones, industria humana canónicamente atractiva en el limbo hedonista, sexos por tarifas y funciones en la red, la vagina materna donde Freud se masturba y un menhir fálico tan grande como la torre de Babel, ramos de flores artificiales, gemidos falsos, bodas arregladas, autoservicios y cines porno donde estrenan hentai. On/off diario, amaneceres descontentos, fracasos afectivos, desaciertos amorosos, periódicos lamentables, soledad, jazz en la penumbra.
Nuestra época tiene los pezones perforados y estelas tribales por su más atenta fisonomía, su voz es un chillido en cuatro cuarenta, o una aturdidora secuencia cuyo beat síncopa el delirio.
Somos meta-magos del inframundo, con matrices progresivas, ecuación Lorenz, rituales huichol, nos cagamos en la industria de humanos en serie, nos cagamos en la montaña de rótulos y en las generaciones pasmadas antes las hemorragias angelicales de Rimbaud, predicando ruptura del limitado pensamiento occidental sobre el reino devaico, donde los incrédulos jamás verán una señal, ahí bajo la creación, más allá del arhat y el cit, de la en la orilla de dios en su metabolismo fulgurante, exactamente cuando Surya arroja su luz en la tercera circunvolición frontal derecha.