El animismo es su religión.
Él, igual mima al mármol de la mesa
como el mimbre o madera de las sillas,
abraza a la naturaleza,
se impregna de lo que contiene.
Es arquitecto mi te quiero.
Es filósofo, artista e ingeniero,
granjero, poeta y maestro,
labrador, aristócrata y plebeyo
comerciante y marinero.
Cumplió al brindarme un regalo;
escurrió de entre sus manos
un mágico y prodigioso aro,
para que le pudiera soplar
mil caricias a los espacios;
delicadas pompas de jabón.
Y al roce de ellas,
-ya sean ovaladas en el vuelo
o redondamente perfectas-
primero se erizan para luego abrirse los espacios.
Al respirar aromas violáceos de lavanda
que perfumando ambientan,
y lavarse sus caras y entrañas
con gratificante romero,
que deja más claro que limpio el cielo.
Así, donde antes tuvo vigencia la indecencia;
la mentira y la hipocresía,
el desprecio, la mezquindad
-como densa niebla-
ahora, extendido está
un profundo te quiero,
que laborioso busca la simetría,
la balanza capaz de equilibrar:
el contundente peso con el aspecto invisible,
al bocado mundano con la ingravidez espiritual.
*** *** ***
Anterior es mi te quiero;
es anterior al negro vacío de la pizarra,
al pupitre y la enseñanza,
es anterior al yeso, a las cuevas y a la tiza,
a la goma y al borrón.
Vive y se congratula
de tantos episodios nacidos
y otros cuantos que esperan en la rueda,
que reposan ausentes,
y en la imaginación son prodigios,
que aún están por venir.
Anterior es mi te quiero,
vive antes de existir el sol y los incendios,
los naufragios y el viento,
las tormentas, la lava, los árboles y la lluvia.
Mi te quiero se columpiaba como rocío sobre la nada,
antes de que los números contaran.
Antes de garabatos o simbologías,
antes de pictóricos murales,
de tapices, pergaminos o escrituras.
Mi te quiero, antes de acoger el habla;
fue el oído del dictado,
se divirtió sufriendo con los placeres ocultos,
dialogó habitando en el silencio
y supo callar, cuando muchos
al respecto del te quiero vacuo conversaban.
Mi te quiero ama porque quiere,
rechaza torpes golpes
porque de su razón también depende.
Degusta los procesos intensamente,
comprende que es eterna la primavera;
vive sin abstenerse; comprometido,
libre de celibatos,
peca porque el pecado lo requiere.
E indudablemente,
si sufriera juicio,
él saldría absuelto
fuera cual fuera su posible delito.
Es sigiloso,
entre las sábanas taconea,
degusta el más clásico flamenco.
Es amoroso,
él, aquí hoy...
y humanamente pecaminoso.
Sus suaves sueños duermen tranquilos,
entre las limpias hojas de un bosque.
A su lado respiro gozos. Gozo al gozar
de la cordura innata de cada delirio.
Por él; vivo pausas y agitaciones, enamorado,
pestañeo y se me traba la lengua,
todavía me sudan las manos frente a la cita.
Arrimado a mi te quiero...
entro seguro en las alcobas,
aprendo a silbar sin anegar el edén,
sin necesidad de expiar ninguna culpa,
sin cortarle ni cabeza ni tentáculos al tiempo.
Mi te quiero es tan egoísta
que es sólo nuestro.
Avería los relojes para durar y seguir perdurando.
Su prisa tiene la calma
que sella el amor con un beso.
Ay! como te quiero te quiero,
aunque desvergonzado
tantas veces te muestres.
Porque traicionas demonios,
porque corre por tu alma el duende.
Porque al obrar desenvuelto
atraviesas y circunvalas el mundo,
dejas una corriente que basta.
El agua de los ríos;
se guarda en tu tinaja.
El blando rojizo barro;
arcilla que a mis dedos levanta.
Actúas y siempre sorprendes,
al concederle a todo universo tu gracia,
al tú vagar sonriente,
por ricos y pobres salones,
remendando tristezas y penas,
acuñando fortunas que valgan.
A este te quiero le debo;
el degrade que no es precipicio,
que mi pensar y lenguaje
puedan ser fuente instructiva,
que la coherencia corra
para alcanzar los sentidos
y rebose la buena voluntad
en cada una de mis palabras.
318-omu G.S. (Bcn-2012)