la negra rodriguez

HISTORIA DE WALTER

Walter era un niño pequeño de unos cuatro o cinco años,  es uno de los personajes  de mi infancia que se volvieron inolvidables, pero en su caso por la tragedia que fue su vida. Yo tendría unos cuatro años, no recuerdo exactamente, vivíamos en una vecindad donde había otros niños. Mi familia recién llegada de la Sierra,  dado el debacle económico de mis abuelos que dio como resultado  pasar de ricos a pobres. A mí no me interesaba porque no tenía conciencia de lo que eso significaba, estando padre y madre  con nosotros.

Walter en cambio era un niño huérfano de madre, que ya sabía lo que era sufrir en  sus tan cortos años  la ausencia de la  caricia  y los cuidados maternos. En las tardes nos reuníamos  a ver como el sol  iba poco a poco pintando las nubes de anaranjado y nos encantaba  ver las formas que tomaban. Él decía que  su madre estaba en las nubes, que desde  ahí lo miraba y él la saludaba a grande gritos . Justo  una tarde recuerdo que  ellas tenían la forma de una mujer acostada y   señalando al cielo,  nos dijo ‘Ahí está mi mamá’’ y todos muy ingenuos y muy emocionados  con la mirada fija en el infinito,  veíamos como las nubes cambiaron de forma y de color mientras la noche cernía sobre ellas  sus sombras.

Uno de los juegos que más nos gustaba era la de reunir tapillas (tapas de  soda) y señleccionar por mas marcas, había en ese tiempo las de  ‘’Coca cola’’,’’Pepsi’’, ‘’Seven up’’. Royal crown cola’’  etc., etc. Quien  más  tapas tenía era muy importante, porque conseguirlas significaba  ya sea tener dinero para comprar  ‘’colas (sodas) ’’ o ser muy avezado y conseguirlas a como dé lugar. En eso  se gastaba mucho tiempo, pero era imprescindible, luego de conseguirlas, las aplanábamos con un martillo y claro  siendo tan chicos no podíamos lograrlo se doblaban las puntas del redondel. Pero eran nuestro tesoro.

Una tarde, recuerdo,  estaba en casa  jugando en la cocina  y se escuchó un estruendo tremendo en la calle y los gritos de los vecinos. A nosotros no nos dejaron salir, solo escuché que dijeron ’’Un carro atropelló a Walter’’, y mi hermana mayor  que decía ‘’Pobrecito , por ir a coger una tapilla en la calle, el carro lo mató’’. Ese fue mi primer encuentro  con la muerte. No nos dejaron verlo. Pero seguro  su almita fue junto a su madre a mover las  nubes en la caída del sol.

Nunca más salimos a jugar por las tardes, la calle se había vuelto peligrosa y nuestra ingenuidad estaba escondida tras el recuerdo de Walter.