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El fantasma de Chopailo (cuento)

Existen historias que quedan por siempre en el folklore de los pueblos. Se entretejen en el imaginario popular, abriendo paso a otras historias… más o menos reales. Una de ellas es la del fantasma de Chopailo, perseguidor de soldaditos; un fantasma plenamente asociado a la ciudad de Areguá, en el trayecto conocido como “Curva Guggiari”.

En la entrada misma de la ciudad , en la curva del camino Luque-Areguá se ubicaba la gran extensión de tierras de Anastacio, más conocido como Chopailo. Su fama de avaro se acrecentaba en la medida en que su esposa e hijos se alejaron de él, hasta dejarlo completamente solo.

Pero la avaricia no era su único pecado. Las mujeres pasaban por su vida sin pena ni gloria; una tras otra; con la fantasía, alentada porChopailo, de convertirse en señoras de las tierras que en aquel tiempo se extendían mucho más allá de la actual finca Guggiari. No obstante, el destino de todas ellas era el mismo, luego de una temporada Chopailo las abandonaba a su suerte, indiferente a la burla y al escarnio a los que las sometía el pueblo.

Pero esta costumbre también sería el principio del fin de Chopailo. Todo comenzó con esta discusión entre padre e hija, en una casa vecina:

-No sos mi hija te portaste como una cualquiera. ¡ Eso que llevás en tu panza no es mi nieto!-.

-Papá yo le quiero a Usebio… él se va a casar conmigo-.

-Casarse pío ese soldado… ¡ni siquiera sabés donde está!-.

-¿¡A dónde me voy a ir papá?!-.

Un portazo cerró la discusión, mientras la joven lloraba amargamente en la calle.

Se dice que la hierba mala nunca muere, aunque sí envejece. Chopailo, al igual que el resto de los mortales cumplió sus años. Su salud, tal vez producto de tanta maldad, comenzó a resentirse.

 -Ndé,vos… levantate ya te dije-.

-¿A dónde queres que me vaye? Mi familia no me quiere… vos dijiste que aquí iba a ser mi casa-.

 -Levantate nde vyra… que no tengo todo el día… y además está tos me está matando-.    

 -Y yo te voy a hacer el mate,Chopailo-.

-Qué mate ni qué ocho cuartos… para hacer mate no te necesito… lo que quería de vos ya me diste… ahora te vas… Yo no soy quién para andar cuidando de hijos ajenos-.

Esta vez, un manotazo en el rostro de la joven, cerró la discusión. Pero aChopailo no siempre todas sus fechorías le saldrían tan baratas. Ese mismo día, una visita inesperada llegaría con la intención de cobrarle toda la maldad que había sembrado.Se la cobraría; de la peor manera…

Eusebio, el soldado, novio de la joven recogida por Chopailo y padre del hijo que ésta llevaba en su vientre, irrumpió en la casa con ganas de saldar cuentas:

-Y vos pensaste que yo no iba a ayudarte?-

- No sabía usebio… Vos no venías más…-

-Podías recurrir a mi familia…-

-Pero tu familia no me quiere Usebio…-

-A cualquiera menos a este viejo…-

Eusebio  empujó a la chica y le dijo: “Andate, que acá tenemos que arreglar algunas cuentas”…

 -Qué vas a hacer Usebio, no hagas una tontería… tu hijo y yo te necesitamos…-

Eusebio gritó enojado: “¡Andate te dije!”-

Ella se fue llorando.

Mientras, Eusebio encaró a Chopailo:

-Y vos; ¿qué tenías que buscar con mi novia?-

-Todo es un mal entendido… yo no le quiero a esa chiquilina… ni para cebarme el mate me sirve-.

Eusebio se puso más nervioso…

 -Ahora vas a probar un trago de tu propia medicina… Vamos adentro…-

Entonces un grupo de soldados se apareció en la casa para apoyar a su camarada. Los gritos de Chopailo se expandieron por Areguá, tanto o más que la historia de la venganza del novio despechado. Con un cuchillo en el pecho acabó el ultraje a la virilidad de Chopailo.

Los soldados salieron de la casa. Puertas afuera, observaron a la joven novia  sentada, al borde del camino, y delirando. La ropa que llevaba en la mano, ahora arropaba a un bebé imaginario. Tenía la mirada perdida… sin razón…

Eusebio la miró como a una extraña y pasó de largo. Los vecinos curioseaban desde las ventanas. Nadie se atrevió a salir ni a hablar. En secreto todos estaban felices.

A partir de su horrible muerte,Chopailo se convirtió en el fantasma perseguidor de  soldaditos en la curva Guggiari.  Desde el más allá no olvidó su venganza ni perdonó el ultraje. Los soldados de la zona, a sabiendas de lo que inspiraban en Chopailo;  las más de las veces evitaban pasar por  la trágica curva. Si lo hacían, era sólo porque no les quedaba más remedio y aún así, iban acompañados, apurando el paso. No fuera que Chopailo se tomara una revancha.

Fin