Hugo Emilio Ocanto

El escenario

Un teatro. Un escenario.

Luz tenue. Sala fría.

Sin espectadores.

Subo escaleras. Centro mi figura

en mitad del escenario.

Miro la platea.

Imagino estar viendo

mucho público. Gente expectante

de lo que voy a representar.

Comienzo... " Queridos míos,

esta noche es muy especial para mí.

Es mi última función.

A través de todos estos años

he estado ante ustedes

con un sin fin de personajes.

Risueños, cómicos, dramáticos...

Qué es lo que esta noche

les gustaría que interpretara?

Yo... qué sé yo...

me parece que ya no me quedan

personajes para interpretarles.

Pero me agradaría..

Me siento mal. No se vayan.

Los necesito. Con la presencia

de ustedes me siento siempre

tan feliz. Pero hoy en mi corazón, en todo

mi ser siento una profunda tristeza.

Quisiera representarles ... una escena

que nunca la hice.

Pero, quédense. No me dejen solo.

También esta noche deseo

sentir en mi piel la feliz sensación

de vuestra presencia.

Estoy... como les dije...

feliz! e interiormente va unida

una profunda tristeza.

Hoy... me despido de ustedes.

Recuérdenme siempre

con alegría. Los amo.

Siempre los he necesitado y amado.

Son el alimento de mi alma.

Pero... no sé qué me sucede realmente.

Siento mi corazón acelerado.

Es por emoción al estar delante

de ustedes. Pero me embarga

una angustia... Perdónenme.

No me dejen solo.

No, todavía no se vayan.

Sigan acompañándome.

No me gusta estar solo.

Les prometí mi última actuación."

( Saco de mi bolsillo

una pequeña botella de agua.

Un frasco. Unas pastillas.

Las ingiero. Siento un terrible

dolor de cabeza y estómago.

Mis pulsaciones aceleran.)

" Mi amada gente, mi querido público,

los dejo, pero... no me dejen solo.

Por... favor... Oh, Dios!...

Me ahogo... Me... muero..."