Téngase bien en cuenta el valor de una flor,
pues su aroma extingue el dolor,
aquél que despiadado
aposenta, olores rancios en el reino.
*** *** ***
Colmados, los pulmones del aire,
rellenados con música repleta de color,
posan el trino alegre sobre preciosos pájaros,
le dan perspicacia a las abejas,
para que siendo delicadas,
se apresten a servirle el rico polen a las flores.
Trazan alas terrenales;
a los insectos el vuelo
y a reptiles serpenteo.
Al hombre un pensamiento que camina.
Los henchidos pulmones del aire,
invisibles semillas esparcen;
la gracia juvenil, el sano y pulcro oxígeno.
Llenan de movimiento con su néctar;
el mar, el cielo y la tierra. Todo el planeta llenan.
Desinteresado se vuelca el aire.
Ni él sabe qué...
pretende atrapar el tiempo futuro.
En selvas y desiertos él procrea,
con los cantos implícitos en la inspiración de cualquier respiro.
*** *** ***
Desde un pico esmerado surge.
Ya suena ¡al fin! e inunda las raíces del bosque,
la hermosa melodía de un juguetón gorgoreo,
que contiene el natural saber,
el innato conocimiento.
Libre revolotea el ruiseñor;
transmite su plegaria bondadosa.
El instrumento afinó,
recuperó su vigor,
recostado en la sombra,
de un viejo tronco hueco.
Su identidad rejuvenece
próxima al arroyo.
Entre duras piedras,
en el fresco manantial que dona fuente.
Se presta su canto a ser alabanza,
valiente se atreve,
limpia expresa su habla.
Sincera, dice todo lo que siente,
la claridad le requiere,
moriría si callara.
Desdeña los miedos,
se acoge a los cielos,
y a cualquier demonio
lo manda su voz,
sin duda al infierno.
Sus notas; perfectas.
Idénticas al blanco de los ángeles,
sinónimas del ciclo virtuoso de la vida
-por su pureza extrema-
Resultan recorrido, que impregna por su arte.
Suculentas; se igualan, equivalen,
al manjar que se sirve,
en las fiestas con reyes y juglares.
318-omu G.S. (Bcn-2012)