SelenioE

Escena en la ensenada

Una Perla en la cena, ofrecida hermosamente por mi compañera.

Ambos cansados por lo largo del día y la espera, vemos la entrada de la portada de la noche en nuestra playa sola.

Listos en nuestra cuna de arena, nos asistimos mutuamente la respiración. Si alguien nos viera en ésta poca luz vería el hambre de los amantes ofrecidos a las profundidades, imitando el desorden de las olas, enredados y acariciando las algas.

Me salgo un momento y nos veo. Se ven.

El rumbo del náufrago y la canción sirena, a vela y remo, dialogando en el idioma (nuevo para ellos) de pronunciar pliegues, donde su espalda de flor se hunde, las piernas abrazan, los pies vuelan y los muslos muerden. El anzuelo encaja.

Manjares son para ellos y, como tales, se derraman. Agua salada, polvo, sudor, amor líquido, resbaloso, transparente, madreperla. Un delta y un río reunidos, cobijados de viento.

Aún mas cansados se dejan llevar a la deriva. Nos dejamos llevar flotando.

El primero fue corto, el segundo se extenderá como la línea de la costa, sin dudar...