Ricardo Nogal

TIEMPOS DE CORNEA

No queda más que el silencio,

la ultima gota sobre el filo del vaso,

besando la tibieza que dejo mi boca

en el opaco, pero transparente amigo fiel.

 

Solo eso me queda me queda y un recuerdo vago,

sobre mi mente aun más extraña

desconocida, victima de aquel espacio

oscuro que solo envuelve ausencias.

 

En la ultima mesa bajo el rincón oscuro,

se puede observar desde la vereda

como su mano reaparece de la sombras

con un movimiento que asciende y evoca.

 

la calle esta solitaria,

como una novia cuando se siente engañada

sola,

se puede escalar con los ojos

la gris noche, la calle inmensa,

en una hora donde las personas

parecen haber entrado a un cuento.

 

 

 

 

La plaza rodeada de esa imagen de soledad,

paréese un retrato que muy pocos observan

pero muchos conocen,

me siento en un banco de ella…

 

…a evocar solo ausencias,

a mezclar la última gota

que deje en el fondo del vaso

con el vació que hoy baña mis ojos.

 

 

 

 

El cielo nutrido me observa de nuevo,

como cada noche en que me siento a recordar,

se vuelve un amigo que observa de a lejos

y me ilumina el alma con sus estrellas.

 

Un perro se acerca

en medio de todo este platica sin palabras,

y me observa como pidiendo algo,

sin obtenerlo se aleja.

 

Se aleja como todo lo que me encuentra,

me acaricia un bostezo la mano

y se despide, parece que solo queda

la noche y yo.

 

Los cuerpos que durante el día

son parte de este mundo abandonado,

hoy descansan, sin saber

que uno de ellos quedo afuera.

 

Todo es como un abrazo

como esos que tuve en mi adolescencia,

que brotan de algún modo,

y no se sabe si volverán.

 

Beso una y otra vez

la calida calle con mis pasos,

me alejo de aquel banco oscuro

fijo y nocturno que tanto me pertenece.

 

 

 

 

 

 

 

 

La noche es más incierta,

presa de un solo destino…

ni una mirada me acompaña,

el cielo esta nublado.

Ni una sola mirada, sobre la gris noche

el cielo tibio y el silencio amigo

que parece encontrarse

con cada paso que doy.

 

Nadie sabe donde voy,

sin embargo, alguien me sigue,

inclinándose para alcanzarme,

una parte mía que se alimenta de la luz.

 

Todo es más oscuro,

ya lo perdí de vista;

nadie me observa;

ni quiere alcanzarme.

 

Solo los recuerdos amanecen,

mientras los evoco uno a uno,

sabiendo que solo están para

mostrarme el principio de mi camino.

 

 

Ricardo Nogal.